En uno de los lugares con mayor desigualdad del mundo, el presidente del Senado se atreve a decir en público, sin el menor asomo de vergüenza, que su sueldo de congresista de 16 millones de pesos (más de 30 veces el salario mínimo colombiano) y que no le alcanza para el gasto de gasolina. Por eso solicita un subsidio. La respuesta inicial ante semejante despropósito, se expresa simultáneamente por una mezcolanza de perplejidad, deseos de reír, asombro y desconcierto ante el tamaño descomunal de todo el absurdo implícito en su declaración. ¿Acaso no sabe el honorable padre de la Patria de dónde proviene el dinero que él disfruta? Sabido es que, lamentablemente, en estas latitudes los políticos con vocación de servicio no se acercan a la mayoría de su clase. Pero de allí a pretender que la gente a la que supuestamente el senador está sirviendo y representando en la defensa de sus derechos le pague los gustos, hay un trecho enorme. Para completar, afirma, con lógica callejera que "prefiero no robar al Estado y que me paguen la gasolina". No sorprende que la declaración provenga de quien, investigado por el escándalo de la parapolítica, ha pedido que se reviva la inmunidad para los congresistas. ¿Estamos locos de remate o aún podemos empeorar un poco?
Álex González Grau
C.C.No. 73.120.094 de Cartagena.
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