Vandalismo en San Diego

Fue impresionante y lamentablemente triste, ver como bandadas de jóvenes desa-daptados convirtieron el Carnaval de San Diego de este año, en una verdadera batalla campal de buscapiés, bolsas de agua, de pie-dras y de basura que quedaron regadas por las calles del Centro Histórico, dándoles el as-pecto desolador que se observa después de una guerra "de verdad verdad". Muchos fuimos testigos de cómo jóvenes, con aspecto de "gente de bien", regaban la basura lanzándosela entre sí y sobre otros transeúntes que huían despavoridos para no ser víctimas de tal vandalismo. Es una lástima que la juventud de hoy confunda la sana diversión con la agresión y el ultraje, tal y como está sucediendo con los "hinchas" de los equipos de fútbol, que más parecen una hor-da de asesinos psiquiátricos que fanáticos seguidores del balompié. Si las autoridades lo-cales y los propios residentes organizadores del carnaval sandiegano no "se ponen las pilas", lo más seguro es corra con la misma suerte de "El Patial" de Manga y los carnavales y cabildos de otros sectores, que han teni-do que ser prohibidos por los desmanes que se cometen después de los desfiles. Si bien, el carnaval es la época propicia para que la gente se burle del orden estableci-do, ridiculizando a los poderosos y a todo lo que signifique "autoridad y orden", no se trata de hacerle daño a nadie, sino de burlarse del "stablishment" por medio de la parodia y de los disfraces extravagantes, es decir, fuera de tono. Que el rescate de las Fiestas de Noviembre, nuestro Carnaval, hoy en día llamadas "Fiestas de la Independencia", eclipsadas por el Concurso Nacional de Belleza, "el reinado de Ray", como lo llama "Niña Tulia", la comentarista "oficial" de este certamen, no se quede en buenas intenciones por culpa de los desadaptados sociales que manifiestan sus frustraciones y resentimientos agrediendo a los demás sin ninguna clase de consideración ni respeto. Rafael E. Yepes Blanquicett C.C. 9.093.223 de Cartagena.