Mario Vargas Llosa, junto con Gabriel García Márquez, Pablo Neruda, Jorge Luis Borges, Miguel Angel Asturias, Alejo Carpentier, Ernesto Sábato, Juan Rulfo, Octavio Paz, Alvaro Mutis, Carlos Fuentes, Guillermo Cabrera Infante y Mario Benedetti, entre otros, constituyen esa pléyade de escritores conocida como "El Boom Latinoamericano”, que se formó a mediados de los años cincuenta del siglo pasado y que aún, pese a la existencia de muy buenos escritores contemporáneos, no han sido superados. Los críticos y entendidos en estas lides de la literatura consideran que deberán pasar por lo menos cien años para que surja una nueva generación de autores de la talla de este selecto grupo que revitalizó las letras latinoamericanas, llevándolas al escenario mundial, luego de un pasmoso sometimiento a la cultura europea que fue roto de un tajo por el movimiento modernista encabezado por el gran poeta nicaragüense Rubén Darío, a finales de los años cuarenta. Su vasta producción literaria, compuesta por novelas, ensayos y numerosos artículos de prensa, que retratan de manera crítica, sutil y elegante la realidad peruana, que es la misma de los demás países de América Latina, motivó a la Academia Sueca para otorgarle el Premio Nobel de Literatura 2010, muy merecido y esperado por él y por todos los que hemos leído y disfrutado sus mejores obras, como "La ciudad y los perros", "La Casa Verde", "Conversaciones en La Catedral", "Pantaleón y las visitadoras" y "La tía Julia y el escribidor", entre otras. Muchos creímos que a Vargas Llosa le pasaría lo mismo que a Borges, quien se murió esperando un premio que nunca le llegó porque, supuestamente, la Academia no premia a escritores "de derecha", y el más famoso invidente argentino nunca ocultó su admiración por los regímenes aristocráticos y "duros", por lo que fue calificado como "amigo" de las dictaduras civiles y militares de corte derechista que pulularon en Europa y América Latina en la segunda mitad del siglo XX. Por eso, esta última decisión de la Academia Sueca se puede entender como una forma de resarcir el "daño" causado a las letras hispanoamericanas al no concederle a Borges, injustamente, tan merecido galardón y, además, como una manera de demostrarle al mundo que las concepciones ideológicas y políticas de los escritores no son determinantes a la hora de decidir quién va a ser el ganador del más famoso premio literario de todos los tiempos. Rafael E. Yepes Blanquicett C.C. 9.093.223 de Cartagena.
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