El 58% de los cartageneros no realizó ninguna acción en el 2016 para resolver problemas, ni apoyar ideas o a otras personas.
El dato revelado en el informe de Cartagena Cómo Vamos 2016 ilustra la apatía que los cartageneros vienen demostrando desde hace un tiempo frente a los temas de ciudad y solidaridad colectiva.
La participación ciudadana se queda solo en la queja y no en la concurrencia para la solución de las problemáticas.
El fenómeno no es solo cartagenero, asegura Enrique Cortés, editor jefe del diario El Tiempo, aliado nacional de la red de control ciudadano Cómo Vamos; quien precisa que es una percepción común en las ciudades dónde se hace esta consulta.
El desinterés de la gente por participar en las decisiones de la ciudad es una alerta para la administración pública y para los mismos ciudadanos porque sin el consenso participativo no hay futuro de ciudad ya que a la ciudad la construyen las personas y si estas se muestran indolentes y perezosas difícilmente se lograrán los cambios que la misma gente reclama.
¿Qué está sucediendo, dónde se origina esta indiferencia ciudadana?
El filósofo de la Universidad de Cartagena, Javier Hernández, afirma que esta manifestación de la gente es dura e invita a una reflexión profunda. “Puede ser el resultado de dos razones, principalmente entre muchas otras: una percepción colectiva de desconfianza y minusvalía de la fuerza ciudadana para enfrentar los problemas que nos aquejan; y desconfianza del compromiso de las autoridades para abordar los temas de la ciudad”, comenta.
La reflexión de Hernández se refleja también en el informe de Cartagena Cómo Vamos dónde quedó evidenciado que el 30% de los cartageneros opina que el Estado no ha servido para solucionar los problemas de la ciudad.
De la misma opinión es Enrique Cortés. “Esa indiferencia tiene que ver mucho con lo público y con la manera cómo se gobierna la ciudad; tiene que ver con la capacidad de convocatoria de las autoridades locales. Una administración no puede construir sus planes de gobierno sin tener en cuenta la participación de la gente porque a la hora de llevar a cabo una política pública difícilmente va a conseguir que esa gente la respalde o que participe en ella”.
Del dato revelado por Cartagena Cómo Vamos también se puede interpretar que hay una ruptura generalizada entre la administración y la ciudadanía y como en cualquier unión a esas diferencias no se llega de la noche a la mañana sino que son resultado de un camino pedregoso mal recorrido.
La Administración Pública en Colombia es producto de la democracia, ¿se podría pensar que este mecanismo está fallando en algo?
Cortés explica que esa indiferencia se ha ido alimentado a través de los años con las decepciones que la gente experimenta cuando los gobernantes elegidos no responden a las expectativas y la frustración se acrecienta cuando la misma ciudadanía cae una y otra vez en la misma falla.
“Esta dejadez que la gente está manifestando en la consulta hecha por Cartagena Cómo Vamos radica mucho en la manera cómo estamos eligiendo a los gobernantes.
La gente si quiere salvar la ciudad tiene que elegir buenos gobernantes y elegir buenos gobernantes no es elegir al alcalde que diga lo que queremos oír, cuando hacemos eso la democracia falla gravemente porque le estamos dando juego a la gente que repite lo que las demás quiere oír y no lo que se necesita hacer para construir las ciudades que soñamos. La gente tiene que empezar a elegir alcaldes que de verdad estén enamorados de su ciudad”, manifiesta Ernesto Cortés.
Por su parte Hernández afirma que el fenómeno de la indolencia colectiva tiene que ver con que las autoridades y los agentes sociales que tienen capacidad de decisión en el Estado se han mostrado inferior al compromiso que tienen con la ciudad y también con que no hay una tradición de responsabilidad o apropiación ciudadana para aportar a las soluciones.
SER HONRADO PAGA
El atraso en diversos temas que afronta Cartagena es fruto de la subcultura generalizada que existe en el país de “ser pillo paga”, manifiesta Javier Cortés. “Es hora de cambiar esto. Hay que generar una cultura que le dé sentido y significación a trabajar honradamente. Hay que posicionar en el inconsciente de la ciudadanía que ser honrado paga y crear un movimiento que valore las ideas y el lenguaje positivo”.
La felicidad es un bien intangible en cualquier ciudadanía y cada vez se está volviendo más esquiva debido a que las urbes no están creciendo conforme a las necesidades que desean satisfacer sus residentes.
“La Administración pública está llamada a fomentar la felicidad colectiva construyendo ciudades incluyentes, esto es: con calles limpias y en buen estado, con un transporte público óptimo y una generación de empleo que permita que la gente lleve recursos a sus casas, y con espacios públicos que no sean solo anden sino parques y plazoletas bien dotadas que le ofrezcan a la gente espacios de interacción y reconocimiento”, reflexiona Ernesto Cortés.
El llamado a la administración Pública en Cartagena, de acuerdo al dato arrojado por Cartagena Cómo Vamos, es a definir qué tipo de ciudad queremos ser en el futuro próximo y mediano y empezar sobre esa base a trabajar en una Heroica más amigable para la gente y ambientalmente más próspera.
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