Los habitantes del barrio San Diego dicen llevar más de dos años soportando ruidosas fiestas que no los dejan dormir.
Lo expresaron, específicamente, moradores de las calles El Jardín, Quero, La Carbonera y Siete Infantes, quienes explicaron que en algunos casas que han sido compradas por personas adineradas, del extranjero o del interior del país, se vienen realizando las mencionadas fiestas.
Sin embargo, dijeron creer que las fiestas no siempre son organizadas por los propietarios, sino por los administradores, quienes alquilan las viviendas con esos fines.
Cabe destacar que no es esta la primera vez que El Universal recibe quejas al respecto, pues en semanas anteriores Julia Camargo, una habitante de la Calle Quero, envió la siguiente misiva:
“El pasado 4 de julio, siendo las 8 p.m., se inició una fiesta en el mirador de la residencia situada en la Calle Quero, No.9-76 del barrio San Diego, propiedad del señor Simón Brand y la señora Claudia Bahamón Jaramillo, que finalizó a las 3 a.m. Debido al altísimo volumen de la música, los vecinos de las calles Quero y Cruz fuimos los más afectados. No pudimos gozar de un merecido descanso, con el agravante de que se trató de un jueves. El comportamiento que muestran el señor Brand y su mujer es reincidente, pues una fiesta parecida se realizó el 16 de marzo de 2012, lo que denunciamos ante la inspección de Policía de la zona 1, sin resultados favorables para nosotros. Nos comunicamos con el Cuadrante 10 y nos atendió un patrullero que no pudo resolver el problema(...)”.
Álvaro Bru, un residente de la Calle del Jardín afirma que “cuando nosotros hacemos algún arreglo en nuestras casas y eso produce ruido, los dueños de las mansiones nos llaman la atención para que los dejemos hacer la siesta, pero cuando ellos arman sus parrandas hasta altas horas de la madrugada y uno les reclama, responden con prepotencia y dicen que les importan un camino las autoridades de aquí”.
Estos afectados también dicen haberse comunicado con la Policía Metropolitana, cuyos agentes “a veces aparecen y a veces no; “y las pocas veces que aparecen, los bulleres bajan el volumen, pero apenas los agentes se van, lo alzan nuevamente”, dijo Lorenza Pianeta, una ama de casa de la zona.
El alcalde de la Localidad 1, Mauricio Betancourt, señaló que, por tratarse de residencias privadas no podría hacer una intervención como las que se aplican a los establecimientos comerciales.
“Pero -explicó-, los vecinos pueden tomar las direcciones de las casas ruidosas y traerlas a las Alcaldía Menor, donde les daremos unos teléfonos para que nos llamen en el momento en que se esté dando la infracción, para que podamos actuar”.
Jader Osuna Navarro, ingeniero ambiental del EPA Cartagena, recomendó a los sandieganos interponer la queja ante ese despacho, solicitando a la directora, María Angélica García Turbay, una visita de inspección técnica, para lo cual deben especificar cuáles son las viviendas ruidosas.
Posteriormente, deben llevar al EPA una carta, con las firmas de los vecinos, para que los funcionarios en cuestión realicen la visita correspondiente.
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