Ciencia


La hidroquinética asoma como una fuente de energía promisoria

REDACCIÓN MUNDO

14 de septiembre de 2011 12:31 AM

El poderoso flujo del río Misisipí, que esta primavera desencadenó su furia destructiva en perjuicio de numerosos pobladores de sus riberas, podría ser domesticado como una alternativa confiable para producir electricidad, según una nueva generación de promotores de sistemas de energía. Estos visionarios no planean enormes represas de concreto como las que llevaron la electricidad a incontables estadounidenses por primera vez. En cambio, su idea es instalar turbinas en el lecho de los ríos o montarlas sobre barcazas para impulsar generadores.     
Es parte de la emergente tecnología de la hidroquinética, el uso del agua en movimiento para generar electricidad sin necesidad de represas.     
“Si queremos controlar el costo de pasar a nuevas formas de energía, la hidráulica debe formar parte de esa ecuación”, afirmó Jon Guidroz, director de desarrollo de proyectos para Free Flow Power (FFP), con sede en Boston que desea generar energía en el río Misisipí.    La producción hidroquinética no es una idea nueva, aunque sólo en los últimos años la tecnología la ha hecho posible.     
“Las velocidades del agua varían y, hace algunos años, no se construían ni desarrollaban generadores para velocidades variables”, explicó Brent Ballard, director ejecutivo de Gulfstream Technologies, con sede en Olney, Texas. “En los últimos años están fabricando generadores muy eficientes que pueden operar con una vasta gama de velocidades”.     
De todos modos, los promotores enfrentan muchos desafíos, como los bajos precios actuales de la electricidad que han desalentado otras formas alternativas de electricidad, además de una tecnología todavía en pañales. Su aplicación generalizada está todavía a años de distancia y nadie se atreve a pronosticar todavía cuánta electricidad podrá generar la hidroquinética a nivel nacional.     
“Yo diría que los generadores hidroquinéticos están en la etapa en que estaban los generadores eólicos hace quince años”, opinó Jerome Johnson, profesor de investigación en el Instituto de Ingeniería del Norte dependiente de la Universidad de Alaska en Fairbanks.    FFP busca obtener autorización federal para 25 proyectos hidroquinéticos en el curso inferior del Misisipí entre Kentucky y Luisiana. Se han escogido los lugares según el volumen de agua, su velocidad y la proximidad a instalaciones de transmisión y clientes potenciales. En cada sitio, cientos de turbinas sobre pilones en el lecho del río girarían como propulsores para transmitir energía a la ribera.     
Cada turbina sería capaz de producir unos 40 kilovatios de energía, comparable a los generadores caseros a gasolina o diesel. Por comparación, las pequeñas turbinas de viento utilizadas para viviendas y pequeños comercios por lo general tienen capacidad de 100 kw o menos.     
Guidroz dijo que el objetivo de FFP a largo plazo es operar turbinas para plantas de electricidad e industrias químicas a lo largo de las riberas. La compañía empezó a probar una en junio en una planta de Dow Chemical Co. en Plaquemine, Luisiana y agregó que además de fondos privados recibió un subsidio de 1,4 millones de dólares del Departamento Nacional de Energía.     
El costo de cada turbina, por ahora, es un secreto comercial de FFP.     
Ballard dijo que también podrían instalarse turbinas en la parte inferior de algunas represas ya existentes para producir energía adicional.     
“La infraestructura ya está allí”, explicó. “No es como una granja eólica en la que habría que construir 200 millas (320 kilómetros) de infraestructura”.     
Se puede aprovechar el agua en movimiento de los ríos. Gulfstream Technologies empezó un proyecto hidroquinético en diciembre de 2009 en una planta de electricidad en Texas. La turbina usa el movimiento del agua que sale de la planta después de ciclos de enfriamiento.     
Guidroz dijo que no le preocupó la inundación de 2011 porque las turbinas submarinas pueden diseñarse fácilmente para sobrellevar la furia del agua.     
“En todo caso, demuestra el notable poder del río y el potencial de la hidroquinética”, comentó.     
También se están haciendo algunas pruebas en Alaska, donde llevar suministro a los pueblos aislados constituye un verdadero desafío.     
Alaska Power & Telephone Co., que suministra electricidad a 33 comunidades con poblaciones de 60 a 3.000 habitantes, confía en que la tecnología permita reducir el uso de generadores de diesel, del tamaño de una habitación, que todavía representa el 30% de la energía que provee.     
Un motivo de preocupación de los promotores es el impacto ambiental.     
En un estudio que será remitido pronto a la Comisión Federal Reguladora de Energía, FFP responde al interrogante de si sus turbinas afectarán la navegación o la pesca en el Misisipí. La comisión deberá aprobar todo uso en gran escala de las turbinas fluviales.     
Tanto FFP como Gulfstream Technologies aseguran que sus turbinas respetan la ecología. Guidroz precisó que las turbinas de FFP no usan lubricantes químicos. La compañía también puso una distancia considerable entre las aspas de las turbinas para que las especies de peces grandes puedan pasar por ellas y Gulfstream Technologies optó por un lubricante biodegradable, acotó Ballard.

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