Los dueños de dos de los varios negocios que existen en la Avenida Almirante Brion, en el barrio El Laguito, señalados por algunos residentes del sector por ser supuestamente bulliciosos, objetaron esas versiones.
Aseguran que esas afirmaciones no son ciertas y agregan que ya sabían del tema porque son dos o tres personas las que se oponen a que ellos brinden un servicio sano que encaja entre la mayoría de los habitantes de la zona (Lea: Obras costeras de El Laguito se pulsean con desacatos).
Mauricio Ospina Gutiérrez, propietario del establecimiento Kukara Makara, explica que en su negocio vende comidas rápidas y bebidas suaves como jugos, refrescos y cervezas, y que la música con la que ameniza el ambiente para sus clientes es variada y especialmente prudente, “nunca es estridente” (Lea: Quejas en El Laguito contra el ruido y la vida nocturna).
A su favor también añade el horario de servicio al público, de 6 de la tarde a 11:30 de la noche, de miércoles a domingo, lo cual considera sensato y acorde con la categoría del sector.
“Esto era un parqueadero que siempre estaba lleno de carros, mojado y con grasa de motor en el piso, además le echaban basuras, y entonces a mí me lo dieron a cuidar para que lo recuperara y así lo he hecho, lo pavimenté como usted ve y monté este pequeño negocio. Estoy aquí desde enero de este año”, comenta Mauricio Ospina.
Respecto a unas luces de colores que enciende para ambientar el establecimiento, el cual opera al aire libre, argumenta que es un recurso para hacer más atractivo el sitio. Dice que con su negocio genera dos empleos.
TAMBIÉN SE DEFIENDE
El otro negocio de este sector de El Laguito censurado por algunos residentes es Tienda La Glorieta.
Su administrador mantuvo su nombre en reserva, pero explicó que su servicio adicional de bebidas no debe molestar a nadie porque no supera los límites de lo permitido, por lo tanto no debe molestar a los habitantes de El Laguito (Lea: Claridades de un fallo histórico que marca a El Laguito).
Manifiesta ser consciente de que el sector está lleno de edificios residenciales y que por lo tanto siempre tratan de que la música sea moderada para no molestar a los vecinos, y a la vez complacer a las personas que se quedan allí departiendo.
Admite finalmente que solo en épocas especiales como en las Festividades Novembrinas, se amplifica un poco más el sonido por el momento de jolgorio que vive toda la ciudad, pero que tampoco llegan a niveles estrepitosos.
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