El decomiso, en la cárcel San Diego, de 30 celulares, cargadores y simcard, armas, droga y la incautación de casi cinco millones de pesos, ubica en la “palestra pública” la seguridad al interior de la penitenciaría distrital femenina.
¿Cómo ingresaron estos elementos a la cárcel?, es la pregunta que se hace la ciudadanía y la que motiva en la tarde de este miércoles un comité convocado por el secretario de Interior Distrital encargado, Jaime Ramírez, en el cual el director del reclusorio y un representante de los guardias deberán dar las explicaciones pertinentes.
“Tenemos las mejores referencias de los guardias, pero tanto ellos como el director deberán explicarnos por qué se están presentándose estas falencias en materia de seguridad”, dijo el funcionario.
Los decomisos se hicieron durante un operativo realizado a las 5 de la mañana de ayer martes, a tan sólo unos días de que la reclusa Josefa Cardona Ortega, acusada de la “escandalosa” muerte de Kellys Zapateiro, subiera una foto en su cuenta de Facebook con una leyenda desafiante: “Para los que creen que me estoy muriendo, estoy con Dios y buena vida por delante”.
Al respecto de los decomisos, el director de la cárcel de San Diego, Luis Alfonso Zurita, manifestó que en el año 2013 se hicieron otros operativos en los que también decomisaron elementos similares. Surge, entonces la pregunta cómo a pesar de los controles liderados desde la dirección del penitenciario siguen presentándose tales anomalías.
El cuestionamiento es más agudo si se tiene en cuenta que en San Diego sólo hay 140 reclusas, lo que daría a pensar que es un número de internas más manejable que la población de presos de cárceles de mayor envergadura como Ternera, por ejemplo.
El número de guardias que custodian a estas mujeres es mantenido en reserva por la dirección del penal.
“No podemos revelar cuántos guardias tiene el penal porque eso afectaría el esquema de seguridad de la institución”, expresó Zurita.
Aunque las autoridades sospechan que los elementos decomisados pudieron haber sido ingresados, escondidos en alimentos y productos de aseo personal, durante las jornadas de visitas, la procedencia de los mismos es materia de investigación.
“Cualquier cosa que digamos puede entorpecer la investigación que se adelanta para hallar responsables”, dijo Zurita.
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