Las últimas décadas del barrio Crespo han sido de un inusitado auge comercial e inmobiliriario, pero al mismo tiempo de problemas que antes no estaban o que se han incrementado.
Con más de 60 años de existencia, Crespo se precia de ser uno de los barrios más antiguos de las zonas marinas de Cartagena, pero últimamente también tiene la dudosa gracia de ser uno de los más habitados.
Pertenece a la Localidad 1, se mueve entre los estratos 4 y 5, tiene 2.313 casas y 15.723 habitantes. Sus vecinos: el corregimiento La Boquilla, la Ciénaga de la Virgen, Crespito, Canapote, Santa María, Marbella y Cielo Mar.
Su fama desborda los límites locales y hasta nacionales, sencillamente porque allí opera el Aeropuerto Internacional Rafael Núñez, del cual los líderes comunales consideran que ha crecido demasiado para que siga funcionando en una zona residencial como esa, por lo cual ya deberían trasladarlo hacia las afueras de la ciudad.
Álvaro Méndez Silva, el presidente de la Junta de Acción Comunal, ve como una seria molestia la zona de tanques de combustible para aviones, a la cual diariamente acceden carrotanques que congestionan las vías “y hasta son un peligro potencial, porque se trata de materiales inflamables que podrían provocar una tragedia, no lo permita Dios”.
Afirman que algo que se adiciona al problema de movilidad que producen los carrotanques son la cantidad de vehículos, privados y del servicio público que derivan su labor del movimiento del aeropuerto, entre esos los carros Uber, “que congestionan las entradas hacia el mismo terminal”, dice Luis Antonio González, edil de la Localidad 1 y activista cívico de Crespo.
González aprovechó para describir que entre la Calle 70 (la principal del barrio) y la Calle Cuarta, entrada al aeropuerto, se forma un enorme charco tras los aguaceros, pues un canal que desemboca en la Bocana Estabilizadora, ya se tornó insuficiente para el volumen de aguas que se producen, “pero llevamos veinte años tratando de que se le haga una ampliación y un redireccionamiento hacia el Caño Juan Angola y no se ha podido. El Gobierno Distrital dice que no tiene dinero”.
Guillermo Lozano, otro miembro de la JAC, llama la atención sobre la falta de señalizaciones precisas en las vías, pues algunas, que deberían ser de doble sentido, lo tienen de uno, y el resultado ha sido varios accidentes, sin que hasta ahora el Datt se digne a resolver la situación.
Hablando de vías, Rafael Morales, también de la JAC, destaca que para ser Crespo un barrio de estratos cuatro y cinco, donde se pagan impuestos no tan accesibles, la malla vial está en malas condiciones, precisamente por la circulación de carros pesados, como los carrotantes y los Transcaribes.
En cuanto a los buses articulados, los usuarios desean que les amplíen el horario de servicio y construyan paraderos en puntos estratégicos.
Tal como en casi toda la ciudad, la fortuna inmobiliaria también se viene apoderando de Crespo con establecimientos comerciales y edificios de apartamentos, a los cuales casi nunca les construyen parqueaderos, lo que hace que cada propietario estacione su carro en las vías o en los andenes, aunque los peatones expongan sus vidas al verse obligados a caminar por la carretera.
Ese mismo aparcamiento ilegal es una de las partes del abuso del espacio público que protagonizan ciertos locales comerciales, cuyos avisos y hasta terrazas se apoderan de los andenes, lo mismo que los camiones proveedores, que también provocan trancones cuando están descargando.
Hasta hace unos años los servicios públicos funcionaban de manera excelente, pero la proliferación de edificaciones ya está dando cuenta de las redes del alcantarillado, el agua potable y la energía eléctrica.
“Los apagones y las bajas de energía son periódicas --dicen los líderes comunales--, lo mismo que los electrodomésticos dañados y los alcantarillados rebosándose”.
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