En cierta medida, parte del desorden social, a nivel popular, que vive Cartagena tiene que ver con la migración económica hacia Venezuela.
Así se desprende de “Voces de las familias con experiencia migratoria: cambios, tensiones y oportunidades”, un estudio que realizó la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Cartagena, y que será objeto de desarrollo mediante la “Maestría en familias y género”, que comenzará el primero de agosto próximo en ese alma mater.
El estudio fue dirigido, recopilado y presentado por las investigadoras Pilar Morad, Mercedes Rodríguez, Gloria Bonilla, Leidy Pernett y Anatali Oquendo.
Tiene como marco temporal las décadas de los años 60, 70 y 80, del siglo 20, periodos durante los cuales se dieron muchas migraciones económicas en la Región Caribe, pero especialmente hacia Venezuela, produciendo, como acontecimiento de fondo, las rupturas de los círculos familiares.
Sin satanizar el fenómeno de las migraciones, las investigadores ponen en el tapete que las rupturas familiares se dieron cuando las cabezas de los clanes familiares (padre, madre o hermanos mayores) decidieron partir hacia Venezuela para resolver alguna situación económica.
De hecho, en muchas ocasiones la situación económica se resolvía, el pariente regresaba a su tierra de origen y era posible que no volviera a viajar.
En otras familias, el panorama del migrante era tan prometedor que regresaba, pero a buscar a su esposa e hijos para establecerse definitivamente en Venezuela.
Mas, también se dieron casos en los que el migrante enviaba dinero a sus familiares, pero jamás regresaba, lo que podía originar un desmembramiento del clan familiar, como en efecto se dio en las zonas populares de Cartagena.
Al respecto, se ha constado que muchos de los jóvenes que integran las pandillas o padecen los embarazos a edad temprana en los barrios subnormales, surgen de familias disfuncionales en las que una madre soltera debió migrar a Venezuela, dejando al hijo en manos de una abuela, una tía o, en el peor de los casos, con una familia vecina.
La migración económica constaba de dos grandes sustratos: el rural y el urbano. El estudio precisa que muchos migrantes eran campesinos que se ubicaban en las zonas rurales venezolanas; y citadinos que se mantenían en las zonas urbanas del vecino país, lo que no excluye que se dieran casos en los que los campesinos terminaban ejecutando oficios netamente urbanos, mientras que los citadinos debían aprender actividades rurales con tal de ganar la remesa económica que debían enviar a sus familias en Colombia.
No obstante, la investigación aclara que las migraciones de nativos del Caribe colombiano hacia Venezuela comenzaron con habitantes de las zonas rurales y, paulatinamente, se fueron sumando los residentes de las grandes ciudades colombianas.
Estos colombianos, en su mayoría, procuraban ubicarse en las grandes capitales venezolanas, pero sobre todo en Caracas, donde ejercían oficios a los cuales los venezolanos no eran muy afectos. Se trataba de los llamados oficios de “mano de obra intensiva”, como el servicio doméstico, la albañilería, la electricidad, la mecánica automotriz y la carpintería, entre otros.
Personas que se habían titulado en Colombia como abogados, médicos o ingenieros, etc., ejercían esos oficios mientras se presentaba una oportunidad de ascenso laboral y social para ocuparse en sus respectivas profesiones y nivele académicos.
Pilar Morad de Martínez, directora del grupo de investigación “Estudios de familia, masculinidades y feminidades de la UDC”, dijo que todas esas aristas se verán en la “Maestría en familias y género”, cuyas inscripciones ya están abiertas para una duración de cuatro meses.
Los interesados pueden inscribirse a través de la página web de la Universidad de Cartagena, en ofertas de programa de post grados, donde no solo recibirán más información sino que también pueden hacer la inscripción.
Además, pueden dirigirse a las oficinas de la Facultad de Ciencias Sociales y Educación, donde les recibirán la documentación y la someterán al proceso de selección, que comenzará en junio.
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