Avner, el excéntrico

Es una maravilla viviente. Cada gesto lo convierte en una magia que desafía la gravedad. Se presentará a las 7 de esta noche en el Teatro Adolfo Mejía. Es un mago en escena. Desafía la gravedad con sus manos y su cuerpo. Estira sus brazos, encoge sus piernas, se eleva de repente en el vacío, reinventa el límite al deslizarse por el suelo. Es Avner Eisenber. El excéntrico. Logra convertir al público en una escena viva y conmover a todas las audiencias, como si fuera su propia película. Domina la escena y los objetos y su humor inusitado y genial contraría la lógica convencional y se construye con silencios, gestos y actos. En una de sus escenas, aparece barriendo y su escoba se convierte en un pretexto para ilusionarnos con una nueva invención y una singular acrobacia. “Comprobé que si lograba hacer algo que parecía imposible una sola vez entre cien veces de intentos, podía seguirlo haciendo con la mayor naturalidad: mantener el equilibrio de un palo de escoba en mi cabeza, un sombrero y un bastón y dejarlos caer simultáneamente sobre mí como si siempre hubieran estado allí”, nos dice en un diálogo sostenido en El Universal. “Desde pequeño poseía ciertas habilidades”, le ha confesado a David Lara Ramos que ha tenido el privilegio de enseñarle la ciudad. “Hice acrobacias, manejaba muy bien la cuerda floja, y, luego, pensando cómo presentar todas esas habilidades, me di cuenta que la mayoría de los actos de acrobacia, mantienen una actitud de desafío”. Avner Eisenber (el excéntrico), se presentará hoy en el Teatro Adolfo Mejía, en función especial para estudiantes y docentes del Distrito, acto auspiciado por la Alcaldía Mayor y el Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena (IPCC). Mañana, habrá función abierta, en el mismo escenario, a las 8 de la noche. Se trata de veras de un gran espectáculo del FITB Caribe (Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá en el Caribe). Avner es la suma proverbial del equilibrio, precisión, exactitud, nos lleva a mirar por el rabillo del ojo de la sinrazón y a inventar una nueva lógica del movimiento. “El teatro es como un diamante en el que hay que consagrar años de búsqueda hacia la perfección”. De repente se sube en la silla de plástico en donde está sentado y me dice que le encanta dejarse caer lentamente del espaldar de la silla sin caerse de verdad. En unos minutos saca un billete de mil pesos y lo convierte en una mariposa a punto de volar. Estamos muertos de la risa ahora diciendo que se parece a tantos barbudos de la humanidad: a Freud, a Marx, a Fidel Castro, y digo un disparate intencionado: se parece a Vang Gogh, que jamás tuvo barba y una sola oreja para escuchar su locura. El humor es su manera de ser y de estar en el mundo. Y la llave que le permite transgredir las fronteras entre la realidad y la imaginación. “La gravedad es una buena idea pero también es una ley”, dice Avner riéndose, él que ya tiene casi cuatro décadas de andar encantando al mundo con su renovada y divertida excentricidad. No se lo pierda. Señal de mago Avner Eisenber es una personalidad maravillosa. Quiso ser doctor, luego intentó con la biología y la química, pasó por cuatro universidades en los Estados Unidos. En 1971, recibió su título de maestro en artes de la Universidad de Washington, y de inmediato, se fue a estudiar a París con el gran maestro Jacques Lecoq. Regresó a Estados Unidos, después de pasar un tiempo en una cárcel parisina, por burlarse de la gente en público, una acción que realiza de manera espontánea, algo que brota de sí de manera incontrolable. Avner, el excéntrico, ha tenido papeles relevantes en películas como la Joya del Nilo, protagonizada por Michael Douglas y Kathleen Turner, y en series de televisión como Webster y Mathnet. Avner ha desarrollado técnicas del teatro silente como herramienta terapéutica, que enseña a profesionales de la salud, educadores y consultores, al igual que a directores de teatro. Avner Eisenber vive en una pequeña isla en la costa de Maine, y sin duda, como lo ha afirmado, preferiría ser navegante. Por eso cuando le dijeron que vendría al Caribe Colombiano, saltó de emoción.