Moreno es el autor de Perro come Perro (2007), estrenada en Sundance y merecedor de innumerable premios en más de 30 festivales del mundo. En 2010 dirigió El cartel de los sapos.
El Universal dialogó ayer con el director.
¿Cómo se inició en el cine?
—Mi cercanía al cine empezó desde niño, pero fue algo aleatorio, y de azar. Mi intención era ser narrador por encima de todo, narrador, antes que director de cine. Escribí cosas, dibujé, intenté hacer música. El asunto del cine se me fue dando por circunstancias no premeditadas. El gran misterio era ser narrador, poder contar una historia, hacer que una persona quedara abstraída a través de una historia.
¿Cuál fue su primer intento visual?
— Cuando estudiaba en la Universidad del Valle, hubo un modelo de producción en el espacio denominado Rostros y Rastros que se proyectaba los lunes por Telepacífico. Ese espacio fue un lugar de encuentro y experimentación, una escuela de producción estética, abierto a la edición de documentales.
¿Cómo concibe la historia que gestó su película Todos tus muertos?
—Partió de un hecho periodístico pero la película no es traducción de la realidad. En un pueblo del Valle del Cauca apareció una montaña de muertos en una carretera entre dos pueblos. Y los dos alcaldes, en un gesto indolente, se disputaban la responsabilidad de esos muertos. El filme surge de esa indignación y la ficción pretende crear un universo. Colombia es el gran tema que nos obliga a hablar de la injusticia social. Un culpable de nuestra crisis es la injusticia configurada en nuestra sociedad. ¿Cómo no tocar en el cine un tema tan aberrante como la injusticia social? La película la filmamos en 4 semanas, pero duramos 2 años y medio concibiéndola.
¿Cuál fue la escena más difícil de filmar en Todos tus muertos?
—Lo más difícil fue filmar la montaña de muertos que eran chicos y chicas extras. Amontonar 25 extras unos sobre otros, era complicado por las condiciones atmosféricas. Nosotros trabajamos con luz natural.
Se habla de un nuevo cine colombiano que irrumpe en el mundo de manera exitosa. ¿Qué particularidad y tendencia tiene este cine?
—Creo que es apresurado y arriesgado hablar de nuevo cine. Particularmente, no lo siento nuevo. Lo que hay es más cine gracias a una legislación que ha favorecido la aparición de nuevos filmes. Creo que somos el camino para algo nuevo que está por venir. El abono. Pero creo que cineastas como Carlos Mayolo, Luis Ospina, Víctor Gaviria, asumieron más riesgos que nosotros. Estamos viviendo una especie de Patria Boba: estamos entendiendo lo que es el cine colombiano, estamos valorándolo como un patrimonio.
¿Qué ritmos y tonos puede aprender el cine de Colombia del cine europeo?
—Hay mucho que aprender de las cinematografías del mundo, especialmente de la asiática. Esa contención al silencio. Eso que decía Charlie García: El silencio tiene acción. Nuestra sociedad de consumo nos incita a estar siempre ocupados para no estar aburridos. Hay muchas ofertas en la televisión y en el celular para estar siempre ocupados. Perdimos esa mirada contemplativa del niño que se queda mirando al árbol por primera vez. Uno ya no lo ve, sabe que está ahí. Pero hay que volver a mirar y sentir las cosas. El cine es una vivencia. A mí me encanta la mirada cínica, irónica, metafísica de Luis Buñuel, que es capaz de crear un universo al que sólo podemos llegar a él gracias a sus películas como Viridiana, El ángel exterminador.
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