Cultural


David Manzur en Cartagena

GUSTAVO TATIS GUERRA

02 de diciembre de 2009 12:01 AM

La luz de David Manzur resplandece hoy sobre Cartagena de Indias. Algo más que una visita efímera, su sola presencia tiene una irradiación sobre el destino del arte colombiano. Es el preludio de una epifanía. Todo lo que toca y revela el artista, lo que imagina y delinea con sus manos prodigiosas, es una luz que perdura sobre el tiempo. Viene con grandes sorpresas para Cartagena de Indias. Este privilegio de su presencia se debe a la iniciativa de la Fundación Arte es Colombia, presidida Francia Escobar de Zárate, en convenio con el Museo de Arte Moderno de Cartagena. El artista visitará el Museo de Arte Moderno de Cartagena y dialogará con sus directivas para precisar aspectos técnicos de su exposición individual a finales de enero de 2010. En segundo lugar, y esta es de veras una sorpresa maravillosa para Cartagena de Indias: El artista David Manzur prepara un “Homenaje a Velásquez”, óleo sobre lienzo de 2 metros x 130 cms, que donará a la colección del Museo de Arte Moderno de Cartagena en 2010. En tercer lugar, el artista tendrá una hora disponible entre las 5 y 6 de esta tarde para conversar con estudiantes, artistas y público interesado en el Salón Pierre Daguet de Bellas Artes. Un acto libre, humano, generoso, de ese ser extraordinario, sensible y prodigioso que es David Manzur. El artista quiere ver los rostros y el espíritu de esta ciudad en ese antiguo convento que hoy es la Institución Universitaria Bellas Artes de Cartagena. La misma que dirigiera en 1889 el gran retratista Epifanio Garay. Viene como siempre iluminado con su alma juvenil y su vocación de atrapar y desaparecer la luz. Viene Manzur con su universo de criaturas singulares con la que ha dotado de belleza y significado los pasos dorados del arte colombiano. Esas criaturas suyas parecen cruzar el ámbito encantado de los sueños: caballos y dragones alados, guerreros y criaturas alcanzadas por la flecha del amor, el espejismo y la batalla. Aletean sus colores erizados de inquietante alegoría, sedientos de una luz que reconcilia el mundo con sus maravillas primigenias. ¡Qué privilegio para Cartagena de Indias!

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