Cultural


El poeta pinta a Cartagena

GUSTAVO TATIS GUERRA

08 de febrero de 2010 12:01 AM

Vino a dibujar y retratar el alma de Cartagena y a tejer en silencio frente al mar el poema de la fugacidad. Ese es el poeta y pintor Armando Orozco. El poeta y pintor Armando Orozco Tovar (Bogotá, 1943), arribó a Cartagena el mismo día en que falleció la cantadora Etelvina Maldonado. Su presencia humana en la ciudad fue intensa y reveladora, no sólo por su espléndida condición humana de artista integral, que ve en cada palabra y en cada color, una extensión de sus sentimientos y una manera legítima de celebrar y abrazar a sus semejantes, sino también por su capacidad de convertir su vivencia en un lienzo de color y poesía. En una edad del mundo en que se pierden con facilidad las esperanzas de que el corazón humano se conmueva ante la impiedad de nuestro tiempo, aún hay seres como él que lloran con sólo ver el mar. Lo vi llorar desconsolado ante el ataúd de Etelvina Maldonado a quien no vio jamás en su vida, sólo a través de sus cantos; lo vi llorar a lágrima suelta ante el espectáculo de una negra de San Basilio de Palenque y ante la monumentalidad del Castillo de San Felipe. Lo escuché estremecido recitándome de memoria los poemas del Tuerto López, y preguntándome por los pasos de Silva en Cartagena. Todas esas lágrimas las convirtió en bellísimas y conmovedoras pinturas. De esta serie de pinturas hay un tríptico sobre los funerales de Etelvina cortejada por cantos de bullerengue y tambores del Lumbalú. Vio en el instante en que despedían a Etelvina dos momentos que eran casi invisibles para la multitud: una, la botella de ron dentro del ataúd para que Ete se la bebiera en la eternidad. Dos: una salamandra o lagartija cruzando muy cerca del ataúd. De todos esos detalles, el poeta y artista se llevó una suma de palpitaciones profundas. Muy temprano fue a conseguir lienzos, cartones, papeles, y pinturas, para convertir aquellas imágenes en una obra de arte. Hizo en pocos días frente al mar, unas pinturas sobre palenqueras en la que prueban su calidad como dibujante y retratista. Su poesía registra instantes de la epifanía humana, histórica, cotidiana, y sus metáforas se adentran en el ser humano embestido por las emociones, el delirio de vivir y las encrucijadas de su época. El poeta Orozco es Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana, Cuba, y ha publicado varios poemarios: Asumir el tiempo (1980); Las cosas en su sitio (1983); Eso es todo (1986); En lo alto del instante (1990); Para llamar a las sombras (1994) y Visiones (1999). Ha coordinado Talleres de Poesía de la Casa de Poesía Silva y un Taller de Cuento en la Universidad Externado de Colombia. Espera regresar a Cartagena con una exposición en homenaje a la ciudad y ofrecer un recital con sus poemas.

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