Geraldine y Jane Chaplin, hijas de Charles Chaplin, se reencontraron y reconciliaron ayer en Cartagena, luego de 13 años de silencio.
Fue una sorpresa intensa y contenida de silencios. Geraldine Chaplin, la hermana mayor de 66 años, y Jane Chaplin, la hermana menor de 53 años, se dieron un abrazo que rompió trece años de discordia.
Todo ocurrió a las 4 de la tarde de ayer domingo en el Aeropuerto Internacional Rafael Núñez de Cartagena de Indias. Geraldine vino acompañado de su esposo chileno, Patricio Castilla, director de fotografía, con quien ha vivido estas últimas tres décadas y de cuya unión nació su hija Ooona Chaplin, de 24 años, también actriz. Geraldine no esperaba que su hermana Jane fuera a recibirla al aeropuerto, sino más tarde en el hotel, pero todo fue una verdadera sorpresa. ¿Dónde está la gente del festival de cine?- se preguntaba Geraldine en la puerta del aeropuerto. “No han venido”. Jane fue vestida de blanco. Estaba un tanto nerviosa y ansiosa de la reacción de su hermana. Cartagena de Indias y Salvo Basile, a quien se le ocurrió este reencuentro, hicieron posible esta reconciliación. Jane tiene el brazo derecho enyesado y marcado con palabras en rojo. Las dos se miraron intensamente, se rieron, se abrazaron e intercambiaron números telefónicos.
Geraldine, de cerca
"Esta es mi segunda vez que llego a Colombia, la primera vez en 1960 cuando se estrenó el filme El Dr. Zhivago, en Bogotá”, dijo a El Universal. “¿Aquí nunca hace frío, verdad?- preguntó recordando el frío que acababa de dejar en Miami. “Hace calor, doble calor”, le dijimos. “El calor natural y humano”. “Es una suerte que sea así”. ¿Qué tanto conoces de Colombia?-le preguntamos. “Bueno, mi hermana menor Jane ya es colombiana, se ha nacionalizado aquí. Soy buen amigo de García Márquez, a quien tengo tiempo de no ver, pero acabamos de filmar en Puebla su novela corta “Memoria de mis putas tristes”, bajo la dirección del danés Henning Carlsen y adaptación del francés Jean Claude Carrière. Pero la alcaldía se previno con ese título y se cambió por “Memorias del sabio”, para no alterar a nadie”. Geraldine se siente cada vez más cerca de nosotros y de América Latina. Sus dos hijos son de padres iberoamericanos: Oona, de padre chileno, y Shanen, de padre español. Shanen lo tuvo con el director español Carlos Saura. Los ojos de Geraldine y Jane evocan la mirada del padre, el mítico Charles Chaplin, con quien ellas en su adolescencia tuvieron relaciones tensas. Jane siempre estuvo intimidada ante ese gigante que tocaba la campana al mediodía y reclamaba puntualidad en la mesa. Geraldine tuvo conflictos de adolescencia entre los 14 y 21, pero el tiempo ha venido a reconciliarlos a todos ante ese ser adorado por el mundo, uno de los íconos del siglo XX. Para Geraldine ser hija de Charles Chaplin le atrajo desde la escuela la admiración de sus compañeros, hasta el punto que le ayudaban en los exámenes a cambio de poderlo ver en su casa. Geraldine se opuso al cobro de derechos por el uso de la imagen de su padre, semilla del conflicto con sus hermanos. Y dijo en varias ocasiones que era “vergonzoso que la familia tenga los derechos. Deberían ser patrimonio universal”.
Jane escribió un libro en el que revela su encuentro cercano de diecisiete minutos con el padre. Más allá de la sombra luminosa y absorvente del padre, Geraldine no descansa en su tarea de actriz. Jane de manera discreta pero valiente, ha seguido el camino de la literatura y el guión cinematográfico y ha encontrado en Cartagena de Indias la armonía que reclamaba su espíritu. A veces, la puntualidad del azar teje nuevas magias en las vidas de los Chaplin. Ellas son el fruto de dos temperamentos y dos espíritus espléndidos: Charles y Oona O´Neill, la hija del Premio Nobel de Literatura Eugene O´Neill quien se opuso a la unión de su hija Oona de 17 años con el señor Chaplin de 53 años. Y cuando nacieron los hijos de esa unión, se negó a conocer a los nietos. Pero todo ha sido rebasado por la inmensa calidad humana de Oona y el amor que consagró a Chaplin. Geraldine ha expresado que el padre expresaba valores pero la madre daba ejemplos.
Geraldine en huellas
Nacida en 1944 en los Estados Unidos, Geraldine ha vivido más de medio siglo consagrada a las artes. Participó a sus 8 años en el filme Candilejas. En 1961, hace cincuenta años, se incorporó al Royal Ballet School de Londres. Trabajó con éxito de bailarina, modelo y de payaso en el circo Medrano de París. En 1963 hizo el papel de Cenicienta en el teatro de los Campos Elíseos. Ese año protagonizó su primera película Los mil días de Ana Bolena, a la que sigue un papel significativo del Doctor Zhivago, de David Lean. Su encuentro con el director Carlos Saura fue clave en su carrera a nivel profesional. Al director español estuvo ligada sentimentalmente hasta 1979 y con él hizo nueve películas que enriquecieron el llamado Nuevo cine español, entre ellas: Ana y los lobos, Cría cuervos, Mamá cumple cien años. Filma con Robert Altman, Alan Rudolph, Alain Resnais, Martín Scorsese, Daniel Schmid, Xavier Villaverde. Se destacan filmes como El espejo roto, en la que actúa junto a Elizabeth Taylor, la edad de la inocencia e Martín Scorsese. Regresó en 1997 al público español con Finisterre, de Xavier Villaverde. En 2002 se vinculó a la película Hable con ella, de Pedro Almodóvar, y ganó el Premio Goya a la mejor actriz de reparto por su papel en La ciudad sin límites, de Antonio Hernández. En 2007 hizo el papel de médium en el filme de terror El orfanato, de Juan Antonio Bayona, con una segunda candidatura al Goya. Vive en Miami, Florida, en una casa cerca de la playa.
Mientras la gente identificaba en el aeropuerto a Geraldine, apareció Salvo Basile presidente de la Junta Directiva del Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias (FICCI).
Salvo abrazó a las dos mujeres y le contó a Geraldine que él se había quedado aquí en Cartagena, desde que vino con el director italiano Gillo Pontecorvo. Salvo fue el artífice de este reencuentro con las hermanas Chaplin, y Cartagena de Indias, la ciudad cómplice de las reconciliaciones.
“Es un hecho histórico este abrazo”, dijo Salvo Basile. Sin duda, un abrazo de película.
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