Cultural


Milcíades Arévalo recuerda a Gómez Jattin

GUSTAVO TATIS GUERRA

17 de agosto de 2012 12:01 AM

El escritor Milcíades Arévalo, director de Puesto de Combate, recordó en Cartagena a Raúl Gómez Jattin, en el Parlamento de Escritores.
Alguien que haya nacido en el Cruce de los Vientos como Milcíades Arévalo tiene que ser un empresario de ilusiones, un poeta de la vida diaria, un marinero en tierra, un cometero al pie de los volcanes. Un visionario en los acantilados. 
Eso es el escritor colombiano Milciades Arévalo, nacido en el Cruce de los vientos (Zipaquirá), en  1943, quien a sus 29 años fundó una de las revistas literarias de mayor trascendencia en la historia del país: Puesto de Combate, que este año celebra sus cuarenta años de peregrinaje. Vivía en Sahagún en 1977 cuando me llegó la primera carta de Milcíades Arévalo y sus palabras fueron un bálsamo de solidaridad y confianza para este aprendiz de escritor en la provincia. Creo que así fue para todos aquellos que empezamos a escribir en Puesto de Combate, la revista que además de descubrir y proyectar narradores, poetas y ensayistas, apostó a la literatura colombiana, desde sus cuatro puntos cardinales. Milcíades fue el primero en publicar los poemas de Raúl Gómez Jattin, cuando en 1983 nos llegaron los primeros ejemplares que había editado su psiquiatra y se los envió a nuestro amigo Leopoldo Berdella de la Espriella. Con Milcíades y Juan Carlos Moyano viajamos desde Bogotá a Cali. Y en casa de Leopoldo leíamos deslumbrados los primeros poemas de Gómez Jattin, que Milcíades multiplicó de inmediato en las páginas de Puesto de Combate.
Milcíades no solo era el director de la revista sino el editor de los primeros poemarios de escritores de todo el país. Allí publicaron Orietta Lozano, Mónica Gontovnick, Juan Carlos Moyano, Evelio Rosero, los escritores de El Túnel de Montería, el Grupo Contracartel, Triunfo Arciniegas, Andrés Elías Flórez Brum, Jairo Aníbal Niño, Antonio Zibara, los hermanos Carlos y Jorge Orlando Pardo, los escritores del Caribe y del Pacífico, San Andrés Islas, Antioquia, Manizales, el Tolima, Los Llanos Orientales, en fin, todo el país se ha asomado a las páginas de Puesto de Combate en estos cuarenta años. Pero también los escritores latinoamericanos contemporáneos.  Milcíades no abandonó en su infinita generosidad, su quehacer personal como narrador de cuentos de raigambre fantástico y onírico, editor y crítico literario.
Cuando yo lo conocí en los ochenta en su casa del barrio La Candelaria, Milcíades era un modesto empleado bancario que se sumergía por las noches en la escritura de sus libros y en la lectura profunda de sus autores predilectos. Me alojó en su casa una vez y pude descubrir que además de todo lo anterior, tenía tiempo para armar noche tras noche un enorme avión de madera que iba armando con la paciencia de un monje tibetano. Su imaginación era el motor y las hélices que rompían el silencio. Desde ese avión de madera ha sobrevolado las soledades humanas y no ha perdido una de sus virtudes mayores: su perplejidad por la belleza.
Tanto le debemos a este ser tímido y sensitivo que en algunos años de su juventud errante vivió entre nosotros, al pie del mar de Cartagena, Santa Marta y Tolú. Milcíades supo desde muy temprano que lo suyo estaba en el reino de las palabras y en el misterio profundo e iluminado que antecede y nutre a las palabras.
Está en Cartagena, invitado por el Parlamento de Escritores de Colombia. Viene a compartir sus visiones y su criterio sobre su amigo, el poeta Raúl Gómez Jattin. ¡Gracias Milcíades! ¡Bienvenido a Cartagena!

Señales del viajero

El cuentista y novelista Milcíades Arévalo es fundador de la Sociedad de la Imaginación. Es autor de “El oficio de la adoración” (relatos-1988), “Inventario de Invierno” (cuentos juveniles-1995) y “Cenizas en la ducha” (novela-2001). “Manzanitas verdes” (cuentos), “El jardín subterráneo” (teatro), “Galería de la memoria” (ensayo), “La loca poesía” (antología) y “El héroe de todas las derrotas” (novela).



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