Cultural


Se deteriora Monumento a Los Alcatraces

GUSTAVO TATIS GUERRA

05 de marzo de 2012 12:01 AM


El artista Eladio Gil mantenía por su propia cuenta estos alcatraces. Pero ahora él ya no está. Y están a punto de caerse. El Monumento a Los Alcatraces, de Eladio Gil, frente a las playas de Marbella, reclama urgente mantenimiento.
Los Alcatraces, el homenaje escultórico que hiciera el artista Eladio Gil Zambrana (1929-2011), frente a las playas de Marbella, se encuentra en avanzado deterioro. Los hierros han cedido al embiste del salitre y la falta de mantenimiento. La obra fue realizada en homenaje al soneto del poeta Daniel Lemaitre y encomendada al escultor Eladio Gil por el líder político Joaquín Franco Burgos.
“Don Eladio diseñó él mismo los hornos con que habría de fundir la escultura, ya que los fundidores habituales le decían que era imposible fundirla como él lo planteaba”, recuerda Ramón Franco Reis.
“El artista no quería varillas por fuera de los Alcatraces así que se dio a la tarea de hacer los hornos en el patio de su casa, fundir los moldes y luego la escultura”. Generoso y dador de belleza, Eladio Gil nunca cobró un peso por sus célebres esculturas, escasamente para el material, pero regaló siempre su mano de obra y su aporte artístico. Poco antes de morir, quería donar una escultura de una bailarina en un espacio público, en la Avenida Santander, cerca de la vía de acceso a la Calle San Juan de Dios. La contrariedad que sufrió cuando mudaron su escultura de la India Catalina a un sitio inadecuado de Puerto Duro, le afectó su ánimo y su salud. Su esposa Fini dijo que “muy feliz se hubiera sentido al ver su obra en el restaurado Parque de Chambacú en Puerto Duro”.
Los alcatraces fueron descritos por el poeta Lemaitre como unas criaturas singulares en el paisaje cartagenero. Tienen una gran capacidad para atrapar los peces y cuando se lanzan al agua no permiten que el resto de los suyos vea que han fracasado en el intento. El alcatraz tan parecido al cartagenero presuntuoso, más interesado en parecer que en ser, sacude la cabeza en el agua, mira para todos los lados y mastica un pez invisible para dar la señal de que no ha fracasado.
Ya no está el Maestro Eladio Gil que le daba vueltas a su propia escultura para hacerle mantenimiento al pedestal y a las alas de sus alcatraces. Ahora, el óxido y la ruina, amenazan con detener el vuelo de los alcatraces.

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