Sylvia Kristel: También el paraíso es un infierno

Al mediodía me dijeron que la famosa actriz holandesa Sylvia Kristel estaba almorzando en el Centro de Cartagena. Tuve dudas de que fuera ella en un día tumultuoso de viajeros desembarcando de un crucero.

¿Estás seguro que es ella?-le pregunté a mi amigo. “No sólo es Sylvia Kristel sino que estoy con ella en estos momentos porque vamos a comer donde Socorro”, me reconfirmó Claudia de Fiorillo. No cabía la menor duda. Estaba con los anfitriones. La actriz invitada por el Carnaval de las Artes de Barranquilla. Me fui donde Socorro y esperé media hora la llegada de la actriz, pero no hubo señales de que llegaría. Volví a llamar a mi amiga y me dijo: “Estamos aquí desde hace media hora”. ¿En cuál de las Socorros estás porque aquí hay tres en sólo media cuadra?. Son las cosas insólitas que ocurren en Cartagena. Llegué al restaurante y allí estaba la leyenda viviente comiéndose una langosta. No suelo entrevistar a nadie en la hora sagrada de las comidas, sólo le dí la mano y le dije: “Bienvenida a Cartagena”. Me dijo luego que era la primera vez que visitaba Colombia. Vista de cerca, Sylvia Kristel es una imagen aún con gracia y seducción.

Busqué su imagen en Google y me reencontré con el rostro delgado y encantador del mito que protagonizó “Emmanuel”, aquel filme que yo no pude ver el año en que se estrenó porque aún era menor de edad: en 1974.
Recuerdo que ella fue uno de mis tormentos de adolescente. Ver su cuerpo saliendo del agua, erizado por el viento, con aquella sensualidad, sus piernas elásticas y su manera tan especial de mirar y sonreír. Me dije que iría sin dejarme atrapar por su embrujo, como quien se encuentra con un mito guardado en un baúl.

Sylvia elogió la exquisitez de la langosta y dijo estar sorprendida por la belleza de Cartagena de Indias. “Acabo de venir de Barranquilla, que es una ciudad de una belleza diferente, y me asombran de las dos ciudades, además de su arquitectura la cultura que poseen. Yo vine con la mala imagen de Colombia que se difunde en el mundo: secuestros, atentados, guerrillas, pero me voy con el deseo de regresar”.
La actriz me miró fijamente y me preguntó: ¿Usted va a entrevistarme?. Le dije que quería encontrar un lugar discreto, sin mucho ruido y con poca gente, en donde poder conversar sobre su vida. Me propuso que buscara un lugar para tomar un café.

Sylvia Kristel es alta, delgada, a sus 56 años, aún su belleza no ha sucumbido en el tiempo. Conserva la elasticidad del cuerpo y la seducción en la mirada. “Es que estoy siempre enamorada”, me dijo.

Le pregunté por su autobiografía titulada “Desnuda”, que empezó a escribir cuando supo que tenía cáncer de garganta y de pulmón. Una mujer como ella, serena y profunda en sus convicciones es capaz de conjurar todas las adversidades porque ha vivido y puede hablar con propiedad del paraíso y del infierno. El libro ha sido traducido al portugués, ruso, francés, inglés. “Faltan ustedes”, me dijo sonriente.
“¿Qué quisiste desnudar en tu libro?. La pregunta en ese tono de confianza sorprendió a la actriz. Alargó sus dedos de pianista, suspiró, me miró fijamente a mis ojos y me dijo: “No desnudo mi cuerpo en el libro. Sólo el alma”. Me satisfizo la respuesta. Entonces le dije: ¿Y cuándo te desnudaste por primera vez ante la cámara qué sentiste?

Me contó que el director del filme “estaba colmado por el silencio, no requería que yo dijera nada, sino que mi desnudez lo dijera todo”. Antes de llegar a ser una estrella, era una anónima secretaria de en un negocio de maderas y un día se enteró del concurso de Miss Holanda TV. Su mamá que es una criatura alegre, encantador, “nada tonta, era muy lista”, le dijo a su hija que se inscribiera en el concurso. Fue allí donde la descubrió Just Jaeckin y le propuso protagonizar Emmanuelle. Antes de eso, había trabajado de mesera en un restaurante y en una gasolinera.

Sylvia nació en Ütrecht, Holanda, en 1952. Se crió en un hotel de propiedad de su padre. Pero a los 9 años, uno de los inquilinos del hotel abusó sexualmente de ella. Fue educada con rigidez religiosa.

Le molesta a Sylvia Kristel la actitud machista y misógina de ciertos directores, pero celebra la claridad de aquellos que saben lo que quieren desde un principio. Una escena de la película El Concorde 79, en donde el piloto personificado en Alain Delon tiene una relación amorosa con una azafata, generó ciertos conflictos entre el director y el actor. Alain Delon se preguntaba si era necesario que él tuviera que acuclillarse en el filme y que Sylvia Kristel le diera un empujón en una escena. Al final, Delon se acercó a ella para pedirle disculpas porque le pareció una escena machista.

La actriz fue amante de Warren Beatty y Gérard Depardieu, pero dice que uno de sus grandes y auténticos amores es el de su esposo fallecido el año pasado, el padre de su hijo Arthur. Ella cree que el amor no se busca sino que “nos ocurre sin pensarlo”.

Su vida intensa y fecunda ha sido mitificada y estereotipada por diversos bandos: algunos la adoran por haberse atrevido a desnudarse mostrando algo más que su cuerpo, y las feministas la acusan de haber convertido a la mujer en objeto sexual.

Vive en un apartamento de Amsterdam dedicada a leer, pintar, pasear, beber vino y promover una obra teatral con jóvenes actrices.
De su pasado tormentoso de excesos con la droga, sólo queda el sabor amargo. De lo único que se arrepiente en la vida es la de no haber tenido más tiempo para esta con su hijo Arthur. Pero dice que volvería a hacer lo mismo (menos consumir drogas) y desnudarse con esa dimensión estética y artística.

Su hijo Arthur vio una de sus películas siendo un niño y le dijo a su mamá que eran muy elegantes sus actuaciones. ¡Pero no te quites las bragas, mamá!.


* Este texto apareció publicado en Facetas de El Universal, el 8 de febrero de 2009.