En la Plaza de la Aduana pareció concentrarse toda la sabana de Sucre, Bolívar y Córdoba, para gritar con entusiasmo y bailar sin fatiga las viejas canciones de Alfredo Gutiérrez, Juan Piña y Enrique Díaz, en el concierto final del II Festival de la Hamaca Grande, que este año tuvo más participación de artistas y más asistencia de público. Alfredo Gutiérrez sigue siendo el artista más versátil de la música popular colombiana. A sus 67 años, mantiene la misma viveza y alegría de un adolescente inquieto. Baila, grita, brinca, canta y toca sin cansarse, y ese frenético júbilo se lo transmite a la gente que lo mira. La noche del sábado, al ritmo de su acordeón y de sus locuras, bailaron desde jóvenes de 20 años hasta los que pasaban de los 70, quitándose el sombrero para gritar felices. La voz de Juan Piña no parece envejecer, sigue saliendo nítida y brillante como siempre, recordándonos que el deleite musical no envejece tampoco y que incluso después de los 70 años, todavía el corazón puede palpitar en una noche vagabunda. Digna clausura de la segunda versión del Festival de la Hamaca Grande, con antiguas canciones que muchos aprendieron oyéndolas en la radio o en discos de acetato y una alegría vital que ayudará a perpetuar la tradición musical de esta tierra.
Cultural
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