Barranquilla llora a su Junior del alma

Con la puñalada clava-da todavía en el corazón, los hinchas de Junior tratan de buscar explica-ciones a la pesadilla “blanca” que tiñó de negro un estadio lleno y una ciudad que pasó de la euforia al llanto. El lunes festivo sorprendió a los barranquilleros con la resaca de una jornada para olvidar. En la noche del domin-go las pantallas gigantes fueron apagadas, las im-provisadas tarimas reco-gidas y los estaderos cerrados más temprano. La salida de los hinchas del estadio no fue la mejor. Una turba la emprendió contra 10 locales comerciales de los alrede-dores del Metropolitano y 10 automóviles y buses parqueados en el estacio-namiento del estadio, que terminaron con los vidrios rotos. La Policía controló la situación por el fuerte dispositivo diseñado para salvaguardar la integridad de los hinchas. La Oficina de Atención y Prevención de Desastres del Distrito de Barranqui-lla confirmó que 15 per-sonas, entre ellas dos policías, resultaron heridas en riñas, agresiones y desmanes ocurridos justo después de que Junior perdiera la tan anhelada sexta estrella, que se le escapó de las manos en 90 minutos de fútbol. Entre los locales comerciales que sufrieron ataques a piedra estuvo una súper-tienda Olímpica, de propiedad de la familia Char, también dueña del Junior. Estos establecimientos fueron patrullados constantemente por la Policía para prevenir cualquier acción delincuencial de los vándalos. De la Juniormanía que se vivió desde el miércoles nada quedó. Las banderitas que portaban los ta-xis y vehículos particulares desaparecieron ayer misteriosamente. Las banderas en los balcones de las casas se las llevó el viento y todo quedó para el próximo torneo, donde comenzarán, otra vez, a buscar la sexta estrella. Los lamentos aún se escuchan entre los más fieles hinchas de Junior, que vieron cómo la fiesta quedó servida para el On-ce Caldas, el nuevo y justo campeón de Colombia.