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Cadel Evans, campeón del Tour de Francia

AFP

24 de julio de 2011 11:21 AM

Cadel Evans no renuncia jamás y su motor es lo afectivo. El sábado, con sus ojos azules cubiertos por lágrimas, dedicó su victoria a su ex entrenador, Aldo Sassi, fallecido en diciembre pasado a causa de un tumor cerebral.
"Él siempre creyó en mí, inclusive más de lo que yo creía en mí mismo", había dicho antes de estallar en llanto. "Estoy triste porque él no está aquí. El año pasado me dijo: 'espero que vas a ganar el Tour, eres capaz de hacerlo. Es la carrera más prestigiosa. Si tu la ganás, serás el corredor más completo de tu generación'", añadió.
Evans nunca habla de sus dudas. Sin embargo, tras haber brillado en VTT, categoría en la que ganó dos Copas del mundo (1998 y 1999), su posterior carrera como ciclista en ruta fue algo ardua y sinuosa.
"Mi voluntad de trabajo nunca cambió, es la misma desde que tenía 18 años", aseguró el australiano con su voz aguda.
Este corredor descubrió la bicicleta en sus primeros años, cuando vivía en una comunidad de aborígenes al norte de su país, y continuó luego en Nueva Gales del Sur.
Pero, su pasión quedó trunca circunstancialmente a los 8 años de edad a causa de la coz de un caballo en la cabeza, que lo mantuvo una semana en estado de coma. Una delicada operación cerebral le dejó una clara cicatriz en el cráneo.
Para poder triunfar en el ciclismo, a partir de 1998 se refugió en Suiza, primero en Romandía y luego en el Ticino, lugares donde encontró la salud en el trabajo.
Sus mejores resultados fueron durante mucho tiempo las segundas posiciones, como las registradas en el Dauphiné Libéré (2007 y 2008), en la Flecha Valona de 2007, pero sobre todo en el Tour de Francia de ese año y en el posterior.
Muchos vieron en él a un gran talento pero, también, algunas limitaciones que podrían ser decisivas.
Sin embargo, el australiano finalmente se impuso a los prejuicios que lo concernían logrando el título mundial en Mendrisio, en setiembre de 2009, a escasos kilómetros de su domicilio. Según él, en su carrera hubo un antes y un después de aquel triunfo.
Su palmarés fue engordando a partir de esta victoria, ya que luego se impuso en la Flecha Valona en 2010, en la Tirreno-Adriático y en el Tour de Romandía en 2011.
Tras pasar por el T-Mobile y por el equipo belga Silence, su llegada al BMC, construido en torno a él, resultó capital, ya que a partir de ese momento su confianza fue aumentando y con ella su rendimiento.
Porque Evans no es el típico campeón seguro de sí mismo. De hecho, se interesa mucho en lo que ocurre en su entorno, como la causa de la defensa del Tíbet, para que "no vuelva a ocurrir lo que pasó con la cultura aborigen" en Australia.
"Es fácil convivir con él, respecto a otros corredores de su nivel. Siempre es simpático y considerado con sus compañeros de equipo, incluso cuando se acerca el Tour de Francia, una cita esencial", según Jacques Michaud, miembro del equipo técnico de su formación.
"No deja que nada se le escape, es muy meticuloso", explicó Amaël Moinard, compañero de equipo.
El australiano preparó a conciencia esta edición del Tour de Francia, limitando sus días de carrera, y prefiriendo las competiciones por etapas a las clásicas.
Así, se le vio en la Dauphiné Libéré, cuya contrarreloj fue casi idéntica a la del sábado del Tour de 2011.
En esa etapa de Grenoble alcanzó su objetivo, en detrimento de Andy Schleck, quien lo 'reemplazó' como segundo de la ronda gala en 2009, y quien volverá a ocupar una tercera vez el segundo escalón del podio de la ronda gala.
    

 

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