Cuando a las 8:18 de la noche se vio ingresar al estadio Atanasio Girardot la bandera de Colombia, portada por la luchadora y medallista olímpica, Jackeline Rentería, todo fue fiesta. La algarabía y el jolgorio que minutos antes había iniciado Dragone Entertainment Group con su espectacular show de luces, bailes, acrobacia y, sobre todo, mucha magia; se convirtió en un hervidero humano, un hervidero que solamente desea vivir con hermandad, los novenos Juegos Deportivos Suramericanos (Odesur). La noche de este viernes, sin duda, será inolvidable para el pueblo colombiano. El deporte cumplió con uno de sus propósitos, unir a los pueblos, y eso es precisamente lo que se vivirá hasta el próximo 30 de marzo, día en que concluyan las justas. Es difícil describir la entrega del público hacia los deportistas. Cada una de las delegaciones que hicieron parte del desfile inaugural gozaron al máximo del cariño de los antioqueños, quienes fueron apenas un reflejo de un país ávido de grandes espectáculos y de oportunidades claras de seguirle demostrando al mundo que es un territorio que quiere vivir en paz. Si bien es cierto la magia del teatro, la danza y el espíritu olímpico habían hinchado de emoción los corazones de los asistentes al máximo escenario de los paisas, lo que hizo erizar a más de uno fue el valor y la entrega de todos aquellos que en los próximos 12 días pelearán, con juego limpio, cada una de las medallas. El apoyo de las diferentes delegaciones hacia Chile fue la constante. Los “australes” se sintieron en casa y llevaron por dentro, por siempre, la imagen de un país, de 14 naciones que están dispuestas a ayudar en su reconstrucción. No en vano las palabras de la directora de las justas, Alicia Eugenia Vargas, quien con cariño expresó “Chile, muchas gracias”. Luego vino una gran ovación cuando la misma directora pidió, directamente a las cabezas del Comité Olímpico Internacional, ser sede de los Juegos Olímpicos Juveniles de 2018. Allí todo fue alborozo, más aún, cuando el presidente de la República, Álvaro Uribe Vélez, confirmó la intención de realizar las justas. El grito, Uribe, Uribe, no se hizo esperar pero fue más fuerte aún cuando aseguró que se solicitará la sede de un Mundial de fútbol, categoría mayores. Posteriormente vino el encendido del fuego olímpico, aquel misterio, tan bien guardado por meses por los antioqueños, dejó boquiabiertos a los espectadores. Un show colorido, como preámbulo, fue la excusa para que a las 8:59 de la noche, un espectáculo de luces diera paso al encendido del espíritu suramericano. Las justas son hoy, una hermosa realidad.
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Juegos Suramericanos, una hermosa realidad
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