Ver al hombre del número 42 con el uniforme de los Yanquis para sacar el último out en una Serie Mundial es una película que nunca aburre. Mariano Rivera se sabe de memoria su papel, y el miércoles lo cumplió a la perfección por cuarta vez en su carrera con los Yanquis de Nueva York. Cuando Shane Victorino conectó una roleta por segunda base para el out 27 en la victoria 7-3 sobre los Filis de Filadelfia, el panameño de 39 años volvía a levantar los brazos y cimentar su legado como el cerrador más dominante en la historia de la postemporada. El campeonato, el primero de los Yanquis desde 2000, le coronó una temporada particularmente especial en la que en junio alcanzó el hito de los 500 rescates. “Ha sido un año espectacular, un año de bendiciones, un año de bastante lucha, retos y al final tuvimos la paga que merecíamos”, declaró Rivera. “¿Que más se puede decir de Rivera que no se ha escrito?”, precisó. Rivera exhibió nuevamente que es un fuera de serie cuando recibe la bola en los momentos de más presión en un juego. “Yo no siento absolutamente nada en la lomita. Estoy tan concentrado que no escucho ni pienso nada. Sólo sacar tres outs lo más rápido posible”, puntualizó Rivera. Ese temple de acero es lo que le permitió cubrir cinco innings y un tercio sin permitir anotaciones en sus cuatro apariciones en esta Serie Mundial, dejando en 0.99 su promedio de carreras limpias admitidas desde que empezó a lanzar en el clásico. Matsui, en la historia El japonés Hideki Matsui, nombrado el Jugador Más Valioso, bateó un jonrón, un doble y un hit, remolcó seis carreras para los Yanquis en el sexto juego contra los Filis de Filadelfia, para empatar el récord de Bobby Richardson, de más impulsadas en un encuentro de la Serie Mundial. Richardson logró la hazaña por los Yanquis, el 8 de octubre de 1960, en el tercer juego contra los Piratas de Pittsburgh. Bateó un grand slam en la primera entrada y un sencillo de dos carreras en la cuarta, para que Nueva York se impusiera por una paliza de 10-0. “Es impresionante, increíble. Yo mismo me sorprendí. Se podría decir que me parece que este es justo el mejor momento de vida. Ha sido un camino largo y una jornada muy difícil”, dijo el japonés. Alex lloró Alex Rodríguez, el jugador mejor pagado en Grandes Ligas, lloró como un niño al conquistar su primer anillo de Serie Mundial. Era lo único que le faltaba. Por eso sus ojos derramaban lágrimas de felicidad. “Tuve un tiempo difícil este año y mucha gente se alejó de mí, pero mis compañeros de equipo, mis técnicos y la organización se mantuvieron a mi lado y se siente bien satisfactorio estar aquí con ellos y salir en octubre y contribuir al soñado título”, dijo Rodríguez en el camerino antes de retirarse a celebrar en privado en otra parte del estadio.
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