Apuéstele al pato

Contrario a lo que muchos piensan, la carne y los huevos de pato son cada día más apetecidos. En nuestro medio su crianza se da en menor escala y prácticamente se reduce a experiencias caseras como parte de la seguridad alimentaria de muchos hogares en área rurales. Muy cerca de Cartagena, en una finca próxima a Santa Rosa de Lima, una profesora de informática – que no quiso ser citada en esta nota- lleva 15 años dedicando su tiempo libre a la cría de estas aves y en su mejor temporada ha logrado tener hasta 120 de estos animales. Su afición por estos animalitos surgió desde muy niña, pues prácticamente siempre ha visto patos muy cerca de ella. A diferencia de otras crías, la de esta docente se hace con métodos naturales. “Aquí no hay concentrados, ni químicos en la crianza de estos animales”, advierte. Para alimentar a sus patos, ella utiliza principalmente maíz, afrecho y otros desechos naturales que garantizan una alimentación adecuada a los patos. En su pequeña granja, un pato puede llegar a pesar hasta más de 2,5 kilos y a sus clientes se les ofrece, de acuerdo al peso, entre 15 mil y 20 mil pesos. Las patas están aptas para procrear a los 9 meses de nacidas y los huevos que ella anida dejan escapar a las crías entre 28 y 30 días después. En los nidos de las patas pueden poner más de una de estas aves, pero sólo una de ellas se encarga de sacar a los paticos y adopta toda la camada. En la finca de la docente de Santa Rosa, una de las mamá pata logró sacar hasta 36 huevos. Los huevos de estas aves se pueden comercializar entre 500 y 700 pesos. La carne de pato es más firme que la del pollo, su color es rojo oscuro. La piel de la carne tiene grasa, pero la carne es muy saludable, dice nuestra pequeña granjera. Otra de las ventajas de este tipo de crías es que es resistente a enfermedades y parásitos. En materia de razas, en la Costa el pato común es el más apreciable. Para crías con fines comerciales el pato Pekín es de los más aconsejables. Así que decídase y lance los patos al agua.