Económica


"No quedó ni para pagar el veneno"

En más de 40 años que lleva Sebastián Suárez Mercado cultivando arroz, melón y patilla en la vereda Zapatero, al nororiente de Cartagena, nunca antes había visto de manera tan dramática los estragos de la sequía y de las plagas en sus sembrados, como en este año. Acostumbrado a sembrar entre 3 y 7 hectáreas de estos productos, en compañía de muchos de sus familiares, este labriego cuenta con un dejo de tristeza y resignación como perdió el 95% de su cosecha. “Este ha sido el año más difícil que recuerdo. Hace 20 años hubo una fuerte sequía, pero ninguna como esta”, señaló este pequeño productor. El panorama de Suárez Mercado es sólo una fotografía de lo que viven hoy más de un centenar de productores de las veredas Zapatero y Puerto Rey (área rural de Cartagena) y el predio El Uvero (en jurisdicción de Santa Rosa, a un costado de la Carretera de La Cordialidad y cultivada por labriegos de Bayunca). Allí, cada productor, en promedio, cultivó entre media y tres hectáreas de melón, patilla y/o arroz y el balance para ellos fue desalentador: la producción se redujo en más del 50%, en el mejor de los casos, y de esa cosecha sólo quedó el cansancio y millonarias deudas. “A mí me fue muy mal. No recogí ni para pagar el veneno” (insecticidas y herbicidas), sentenció Félix Pérez Ayala, otro productor de la vereda Zapatero. Pero, ¿qué produjo esta catástrofe para estos pequeños agricultores? Para Rafael Camacho, un zootecnista de la Universidad Nacional, que por autorización de la Umata del Distrito realizó un estudio del impacto del Fenómeno del Niño, en el área rural de Cartagena, señala que “las plantas, al igual que los demás seres vivos, expuestos a condiciones de sequía extrema sufren de estrés y desequilibrios, que generan traumatismos fisiológicos. Esto se refleja en una baja producción, menor tamaño del fruto o en el peor de los casos ausencia de frutos. Cuando una planta está en estas condiciones se hace más vulnerable a las plagas y hongos”. Eso es precisamente lo que han experimentado los productores de estas veredas donde en sus pequeñas parcelas se observan cultivos lánguidos, con frutos pequeños, deshidratados y podridos por los efectos de la sequía. Para los productores, además de la sequía, sus cultivos de melón y patilla han sido afectados por la llamada “plaga blanca” y los ratones que se comen los frutos. Las pérdidas Las pérdidas por los efectos del clima en la producción agrícola de esas veredas no están oficialmente cuantificadas. Sin embargo, el estudio hecho por el técnico de la Umata en las zonas rurales del Distrito se estima que las pérdidas superan los 532 millones de pesos. El estudio también incluye algunas zonas rurales de Pasacaballos y a pequeños productores de leche. Los resultados fueron entregados a la Dirección de la Umata del Distrito. Qué tiempos aquellos En medio del panorama desolador que muestran los campos de Zapatero, los campesinos recuerdan como en el pasado, en épocas de cosecha, por día salían de esos predios hasta 10 camiones cargados de melón y patilla a las plazas de mercado de Cartagena y Barranquilla. En contraste, este año, sólo uno alcanzaba a salir con la cosecha. La frustración es tal, que según el Inspector de Policía de Bayunca, Sebastián Suárez Sierra, algunas propuestas para vender el producto al exterior (España) y a una reconocida cadena de supermercados nacional, se cayeron, ya que nadie pudo cumplir su meta de producción, ni con las calidades requeridas. Llamado Los pequeños productores de Zapatero, Puerto Rey y El Uvero se quejaron, a instancias de El Universal, del abandono del Gobierno. Esta queja fue reiterativa entre los labriegos que pocas veces ven en sus predios la acción de los organismos del Estado, dedicados a fomentar la actividad agropecuaria. Santiago Miranda, uno de los cultivadores más experimentados de Zapatero, reveló que todos los productores solicitarán, a través de una misiva, el apoyo del Ministerio de Agricultura para que entregue incentivos a los cultivadores de arroz, melón y patilla de Zapatero, Puerto Rey y Tierrabaja, para poder superar los estragos dejados por el Fenómeno del Niño. Similar llamado se hace a la Umata del Distrito y a la Secretaría de Agricultura de Bolívar. ... y el Festival Es tal la importancia del cultivo del melón para la vida económica y social de Zapatero, que desde hace 17 años sus moradores rinden homenaje a esta fruta con un festival. Luis Fernando Pérez, miembro del Comité Organizador señaló que este año el evento se realizó el 6 y 7 de marzo, pero la baja producción afectó la participación en las distintas modalidades. “Tradicionalmente premiamos el melón más grande y en esta oportunidad el fruto ganador, que pesó 7,5 kilos, fue sólo la mitad de lo que en el pasado pesaron otros frutos ganadores, que alcanzaron hasta los 14 kilos. Sin embargo, lo hicimos para no acabar la tradición y cumplir con las otras modalidades del Festival”, dijo el dirigente. Ese evento que anualmente atraía a centenares de visitantes, dejó a más de uno frustrado pues la oferta de melón fue muy poca. Voces campesinas Sonis Blanco: “Cultivé una hectárea de melón. Sólo recogí 27 bultos, cuando en años anteriores, en condiciones normales recogía entre 80 y 90 bultos. El producido no me alcanzó ni para sacar los costos, que por hectárea representan un millón 500 mil pesos. En mi caso el terreno es arrendado. Las deudas que me quedan de los dos cultivos – arroz y melón- superan el millón 400 mil pesos, con intereses del 2,5% mensual”. Félix Pérez Ayala: “A mí me fue muy mal. Sembré una hectárea con melón y no recogí ni para pagar los venenos. Invertí casi tres millones de pesos y todo lo perdí. Ni un bulto, cuando antes recogía hasta 100 bultos. Llevo 38 años cultivando en esta vereda. Sólo recuerdo un año pésimo, en 1976 , que nos tocó salir a sembrar a otra parte”. Rafael Suárez Parra: “Sembré tres y media hectáreas con melón, utilizando recursos propios que había destinado para este cultivo. Prácticamente se perdió todo. Una hectárea de melón criollo nos representa costos por un millón de pesos. El año pasado, con tres hectáreas, logré tener importantes ingresos, este año sólo pérdidas”. Neivis Pérez: “Aquí trabajamos con las uñas. La presencia del Estado es poca. Hace seis años la Umata nos apoyó con algunos insumos y Proboquilla con algunos créditos, pero las pésimas cosechas acabaron con ese plan. En esta oportunidad muchos perdimos más del 90% de los cultivos”. Lamberto Ramos Cortecero: “Llevo 40 años cultivando arroz. En esta oportunidad sembré una hectárea y media, y prácticamente perdí el 50% de la cosecha. También sembré media hectárea de melón y los resultados fueron negativos, se recogió la mitad de lo que antes nos producía este cultivo (8 bultos)”.

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