Editorial


Año, alcalde y gabinete nuevos

En Cartagena, 2012 comenzará con alcalde nuevo y un Concejo con relevos, aunque no renovado. Judith Pinedo deja a una ciudad bastante mejor de la que recibió, aunque muchos de sus logros no sean inmediatamente palpables.
Quizá la crítica mayor que se le hace es no haber preparado un sucesor que garantizara la continuidad de su proyecto de gobernar con transparencia, y que alguna de la autonomía dada a sus subalternos a veces fue una manera de evitar decidir ella misma ciertos asuntos clave. Deja una población mucho más empoderada y también unas arcas llenas y bien manejadas después de haber sido saqueadas sistemáticamente desde el propio palacio de la Aduana durante muchos años. Su balance es muy bueno.
Campo Elías Terán ha dicho que continuará las políticas útiles de Pinedo y corregirá las que lo necesiten. Quizá sea el momento para recordar un adagio anglosajón que recomienda no arreglar lo que no está dañado, especialmente el buen manejo del erario.
Se cree conocer ya buena parte del gabinete de Campo Elías y preocupa que algunos actores clave llevan años en la política y en la politiquería sin haber dado antes buenos resultados. Algunos lo dieron pésimo. No hay por qué pensar que haciendo más de lo mismo vayan a mejorar la ciudad, sino lo contrario. El alcalde electo exuda buena voluntad, pero carece de experiencia y así como hay gente buena, también hay tiburones nadando a su lado.
Al asumir el cargo, Campo Elías será el alcalde de todos los cartageneros. Su gobierno no puede ser de negros ni de blancos, sino bueno y eficiente.
Cartagena entra al 2012 con muchas oportunidades, pero también con debilidades y amenazas. La pobreza sigue ahí y su remedio es de mediano y largo plazo, y no lo puede proveer el populismo, como lo sabe bien Campo Elías.
Dos activos principales de la ciudad, su puerto y su ambiente, están amenazados por la sedimentación del Río Magdalena dentro de la bahía de Cartagena, a través del Canal del Dique. Los funcionarios que tienen la solución en sus manos intentarán por todos los medios no hacer lo que se necesita. No lo dicen ni dirán de frente, pero trabajan unidos para intereses distintos a los de Cartagena.
El presidente Santos es un animal político y responde a los bloques homogéneos que puedan afectar su gestión. La fragmentación de Cartagena la tiene a merced de los intereses externos. A menos que todos nos pongamos de acuerdo sobre lo básico, esta ciudad y sus intereses legítimos seguirán en manos de quienes deciden por nosotros ante nuestra incapacidad de tener propósitos comunes por encima de nuestras pequeñeces.
El anterior no es un enunciado idealista, sino pragmático: solo una minoría puede progresar en una ciudad fragmentada, mientras que la unión acerca de lo fundamental provee las condiciones para el progreso individual de todos.
Identificar y apoyar estos postulados por encima de las rencillas es el mayor reto de todos los estamentos de la ciudad -políticos, gremiales y sociales- al entrar 2012.

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