Editorial


Arreglemos la movilidad

El control es importante donde la mayoría de los conductores infringe todas las normas y realiza maniobras peligrosas, especialmente los de buses y busetas de servicio público, pero muchos taponamientos se producen sólo por-que no hay un policía de tránsito que ordene el desorden.
Un ejemplo cotidiano es el tramo de vía entre el Patio de Banderas del Centro de Con-venciones y el Camellón de los Mártires, en el carril que va hacia la Calle del Arsenal, pegado al Centro de Convenciones. Los vehículos que vienen de Bocagrande tienen dos alternativas: los ocupantes del carril izquierdo y del centro deben doblar hacia la Calle de la Media Luna; y los del carril derecho deben doblar hacia la Calle del Arsenal.
Como por el lado izquierdo casi siempre hay más carros, muchos “avispados” que no van a la Calle del Arsenal avanzan por el lado derecho y se detienen en el semáforo frente al antiguo teatro Cartagena, para pasar a la izquierda primero que los que están en la fila, taponando a la vez a quienes sí van para el Ar-senal.
En las horas pico, bastaría un agente que obligue a los del lado derecho a virar en ese sentido para que no se formen embotellamientos. Con mucha frecuencia, además, se detie-nen taxis colectivos y carros particulares en la acera del Centro de Convenciones.
En la bajada del Puente Román hacia la Calle Larga siempre hay una fila densa de ca-rros, porque quienes se estacionan a lado y la-do de esta vía a cargar y descargar, a dejar o recoger personas o, lo que es más grave, a realizar diligencias prolongadas estorban la circulación.
Un continuo y drástico operativo de agen-tes de tránsito con multas severas- que se prolongue sin desmayo durante varios meses y que impida el estacionamiento de vehículos en la Calle Larga, recuperaría la fluidez en el Puente Román y esta misma vía, y sembraría un hábito de cultura ciudadana.
Hay otros malos comportamientos repeti-tivos que podrían ser erradicados con la dedi-cación continua de un agente de tránsito, como esa nefasta costumbre de los conductores de buses y busetas de circular demasiado len-tamente en las esquinas donde hay semáforos y en momentos en que está en verde, como ocurre en el cruce de la Avenida del Lago hacia Manga por el Puente Jiménez; el cruce de la vía que viene del Puente Heredia hacia la Marginal de San Lázaro; o el cruce aledaño a la sede de la Policía Comunitaria a una cuadra del Castillo San Felipe.
Estas aparentemente pequeñas infraccio-nes, sumadas, contribuyen en gran medida al caótico y lento tráfico de la ciudad, aumenta el mal humor y la tensión y dificultan la movilidad urbana.
La solución es obvia, elemental, pero re-quiere más dedicación y severidad de parte del DATT y de la Policía Nacional.

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