Editorial


Basuras útiles Vs compañías inútiles

Si las basuras no biodegradables son uno de los problemas más graves del mundo moderno, en Cartagena y en la Costa Caribe este flagelo se multiplica por mil.
La costumbre, o mejor, el reflejo casi pavloviano de arrojar basuras a los lugares públicos, incluidos los sitios de naturaleza que deberían ser más sagrados aún para todos, no se limita a los habitantes de los barrios de estratos bajos, sino que también se ve, aunque con menor frecuencia, en los de estratos altos. Allí no es raro ver una mano femenina enjoyada, o una masculina, emerger por encima del vidrio bajado para arrojar alguna basura a la calle. Para muchos, el espacio de todos es tierra de nadie, en El Pozón y en Bocagrande.
La campaña “Soy ECOlombiano”, del Ministerio de Ambiente y la organización conservacionista World Wildlife Fund (WWF), pretende ayudar a crear conciencia en Cartagena acerca del manejo de sus 894 toneladas diarias de residuos sólidos, que se deberían separar en la fuente según su tipo, y de los cuales a veces se pueden construir objetos útiles, como por ejemplo, paredes hechas en botellas plásticas llenas de cemento, arena u otros elementos, incluidos otros plásticos compactados adentro.
Sería mucho más sensato, por ejemplo, hacer los albergues temporales para los afectados por el invierno y por otras tragedias con este estilo de construcción, que utilizar meros pliegos de polietileno negro, que terminarán convertidos en jirones que a su vez contaminarán más el ambiente. En Isla Grande, Islas del Rosario, ya hay algunas construcciones de este estilo que fueron auspiciadas por la Fundación Surtigás.
Es increíble la falta de conciencia con respecto a los objetos plásticos no reciclables, comenzado por las bolsas en que empacan los víveres en los supermercados. Éstas no solo deberían ser prohibidas, sino multados quienes las sigan usando, pero lamentablemente las normas van detrás de los intereses particulares de los grandes conglomerados industriales.
El “cluster” petroquímico en Cartagena, cuya formación esperamos con tantas ansias alrededor de la expansión de Reficar, debería estar resolviendo cómo producir materiales sintéticos reciclables para no seguir perpetuando el mal.
La campaña “Soy ECOlombiano” servirá de preludio para la “Conferencia de las Partes (COP) del Convenio de Basilea”, reunión mundial entre el 17 y el 21 de octubre, en Cartagena, que pretende enfocar la atención y los esfuerzos internacionales en no producir tantos residuos sólidos no biodegradables y en reutilizar al máximo todos los que se presten para hacerlo. Y por supuesto, las actividades que preceden a la COP pretenden que la propia población desarrolle una mayor conciencia ambiental, dado que el 22,4% de los residuos sólidos de la ciudad son inorgánicos, y 18,6% de estos son aprovechables.
Todas estas campañas ayudan mucho y es mejor tenerlas que no tenerlas, pero la realidad dura es que Cartagena necesita una campaña de concientización permanente, multas por arrojar basuras y sobre todo, unas compañías de aseo responsables y comprometidas con el reciclaje, que saquen a la ciudad de su asquerosidad lamentable.

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