Editorial


Béisbol: pasión que urge despertar

Al paso de los años, y con la fuerza arrasadora que tiene el fútbol para convocar multitudes y patrocinadores, el béisbol está relegado a un segundo plano de la vida cartagenera, aunque en las finales del torneo de primera categoría y en las definiciones del torneo profesional vuelve ese panorama feliz de entusiasmo y graderías llenas que hace mantener la esperanza de recuperar las primaveras pasadas.
Seguimos insistiendo, como lo hemos hecho repetidamente, en que el béisbol necesita en esta ciudad una buena dirigencia, con capacidad de gestión y convocatoria, para revivir la pasión por la pelota caliente, un deporte que en su época dorada movía a miles de aficionados.
Cuando a los cartageneros les ofrecen un buen espectáculo beisbolero, responde llenando cualquier escenario, incluso el imponente 11 de Noviembre.
Pero se necesita una dirigencia seria y comprometida, que aproveche la dedicación y el apasionamiento que se ve en las categorías menores, para mantenerlo a lo largo de las juveniles y mayores, que no abandone a los jugadores, que los trate como se merecen y los motive a seguir practicando disciplinadamente para garantizar una buena calidad.
En las páginas de este periódico hemos contado la historia de varios jóvenes que se destacaron en los torneos de categorías menores y que por su destreza y su dedicación, fueron llamados a las organizaciones del béisbol rentado estadounidense, algunos incluso dieron el salto a Grandes Ligas.
Esta oportunidad es invaluable para nuestros jóvenes, porque además de dar buen ejemplo, es una opción de prosperidad para ellos y sus familias, de manera que es preciso consolidar la práctica de un deporte que puede ser espectáculo masivo como lo era tiempo atrás, y que puede convertirse en la meta de vida de muchos adolescentes desorientados y en riesgo de transitar por los caminos de la delincuencia.
Los dirigentes de Cartagena deben trabajar junto con los de Barranquilla, Montería, Sincelejo y otras ciudades donde se juega béisbol organizadamente, para fortalecer este deporte, fijándose propósitos viables, como por ejemplo, lograr que se invite a Colombia a participar en la Serie del Caribe, torneo donde intervienen los campeones profesionales de México, Venezuela, Puerto Rico y República Dominicana.
No es posible que los casos de Orlando y Jolbert Cabrera, de Edgar Rentería, de Julio Teherán, Ernesto Frieri y tantos otros valores en ciernes, sean historias aisladas de éxito, porque ellos son lo que son gracias a que en su camino se toparon con personas que vivieron y sienten el béisbol como lo que es: una pasión.
Cartagena necesita que se rescate este deporte de arraigo popular, porque aunque dormida, la afición al béisbol sigue viva y no se debería perder.

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