Editorial


Cabalgata, una ruta nueva

La Cabalgata en honor a Nuestra Señora de la Candelaria, la virgen cartagenera de La Popa, lleva varias décadas, aunque su formato ha evolucionado. Al principio, caballos, mulos y burros eran apenas un medio de transporte desde el punto de partida -la Ermita del Pie de La Popa- hasta la cima del cerro para asistir a los oficios religiosos, única razón de las Fiestas de la Candelaria tradicionales entonces. Mucha gente traía caballos del campo a los patios amplios de la época una semana antes del 2 de febrero, la fecha cumbre de la Virgen, y salían por las tardes a montarlos. Así nacieron las cabalgatas, que con el tiempo se convirtieron en un fin en sí mismas, como son hoy. La pavimentación de la carretera a la cima de La Popa hizo peligrosa la subida con caballos calzados con herraduras, mientras que cada vez más peatones estrechaban la vía a medida que crecía la población. Con el paso de Cartagena de villorrio a ciudad también hubo demasiados carros alrededor de La Popa, y demasiados caballos. La combinación de todos los factores acabó con la tradición de subir al cerro en las bestias, que –recalcamos- fue la razón original para traerlas a la ciudad. En ese entonces, muchos jinetes juraron que nunca participarían en más cabalgatas porque aseguraban que sin la tradición de subir La Popa a caballo, la Candelaria no sería la misma. Las competencias de caballos surgieron de la emulación espontánea entre jinetes y luego adquirieron formalidad en los años setenta, cuando se comenzaron a traer jueces a una pista muy pequeña improvisada a un costado de la Ermita, y la afición a los caballos de exposición crecía, impulsada por varias personas, entre quienes sobresalía Carlos Enrique “Quique” Segrera L. Pronto la plaza de la Ermita se quedó pequeña para las competencias y murió otra tradición. Cartagena al fin construyó el Coliseo de Ferias Fulgencio Segrera Lourteau, mientras que la plaza del Pie de La Popa dejó de ser el epicentro de las cabalgatas que salían de Castillogrande, que pasaron a terminar en la avenida del Lago. Murió esa tradición, pero se sembró otra. Aunque a algunas personas les es difícil aceptarlo, la cabalgata “tradicional” para mucha gente hoy, desde Castillogrande hasta la avenida del Lago, también está en proceso de extinción porque el crecimiento del sector turístico impide que su entrada sea bloqueada, como sucede en forma cada vez peor, año tras año, y porque los vecinos del Pie de La Popa no quieren saber nada más de caballos en el corazón de su barrio. La cabalgata de ayer, que estrenó ruta porque las obras de Transcaribe inhabilitaron la entrada a Bocagrande por la avenida Primera, probablemente marcará otro paso en la evolución inevitable de este evento. Aunque la tenacidad de sus aficionados lograra repetirla entre Castillogrande y la avenida del Lago, pronto será físicamente imposible hacerla allí, entre otras cosas, porque otro Centro Comercial grande se sumará a Caribe Plaza. Es mejor prever nuevas rutas como la de ayer, para darle un nuevo ímpetu a estos eventos, que podrían ser varios en el año si los organizadores optan por mantener la mente abierta a otro recorrido -o recorridos- que también se vuelvan “tradicionales”.

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