Editorial


Calle 70 y Vía del Mar

En El Universal seguimos de cerca la movilidad de Cartagena, convencidos de que una ciudad solo puede desarrollarse con orden y autoridad, para garantizarle los derechos a la mayoría de sus habitantes, incluido el de ir de un lado a otro de forma segura y en un tiempo razonable.

Aunque se notan algunos esfuerzos de las autoridades por mejorar, muchas veces las mejorías avanzan a paso de tortuga y los problemas a la velocidad de la famosa liebre.
Un ejemplo notable de progreso es la movilidad que se ha logrado de forma rutinaria en el la Calle 70 de Crespo durante los fines de semana, dado el control mancomunado de los agentes del DATT y de la Policía Nacional.
El domingo pasado en la tarde controlaban bien la entrada de los vehículos que retornaban a la ciudad, con conos anaranjados entre las calzadas y con suficiente personal para contrarrestar la falta absoluta de respeto y de consideración de muchos conductores, especialmente los de taxis y más concretamente de los “zapaticos”, la versión en cuatro ruedas de la locura de las mototaxis. 
El lunar de la operación ya no estaba en la Calle 70 de Crespo, sino entre La Boquilla y esa arteria. Entre 6 y 7 pm salían ríos de vehículos de las distintas calles de esa población hacia la vía principal sin tener en cuenta la fila de los conductores que iban en su carril y respetaban el ajeno, sin sobrepasar donde estaba prohibido, que era en toda la vía por las dobles rayas amarillas.
Este tráfico mixto de taxis y carros particulares que salían de La Boquilla, al ver la dificultad de entrar a la fila ordenada que andaba a paso de tortuga, defensa a defensa, se metía primero por el hombro derecho de la Vía del Mar hacia Cartagena, inventando un tercer carril inexistente y aceleraban hasta donde podían colarse a la brava a la fila principal.
Una vez en ella, creaban una cuarta ruta por el carril contrario y avanzaban en contravía hasta toparse con el tráfico que venía, causando otro trancón y forzando a los conductores que sí obedecían la fila, a dejarlos entrar en ella. Como dijimos, la mayoría de estos conductores iban en taxis “zapaticos” y unos pocos en vehículos particulares, haciendo las mismas maniobras peligrosas y desconsideradas.
La primera señal de autoridad entre los puentes de La Boquilla y la Calle 70 de Crespo era un retén de la Policía Nacional a la altura del Hotel Las Américas, quizá con cinco agentes. Uno controlaba el tráfico parado entre los carriles, mientras los demás conversaban bajo una carpa, indiferentes al caos. Estos agentes desocupados deberían haber estado en las bocacalles de La Boquilla ordenando el tráfico que salía del pueblo, interrumpiendo el de La Vía del Mar para dejarlo ingresar de cuando en cuando e impidiendo que avanzara por el hombro derecho y luego en contravía.
Celebramos la mejor movilidad de esa ruta, pero aún falta mucho más control entre La Boquilla y la Calle 70, y poner unas multas severas.

 

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