Editorial


Cambio climático: el efecto Copenhague

El mundo está pendiente del deterioro del medio ambiente, pero sobre todo, crece la conciencia universal acerca de la necesidad de mejorarlo, de dejar de destruirlo. La base científica responsable de la nueva toma de conciencia fue el cuarto reporte de Cambio Climático del IPCC (sus siglas en inglés por Intergovernmental Panel on Climate Change), publicado en 2007. Luego se hizo la reunión de Copenhague de Cambio climático, riesgos globales, retos y decisiones, entre el 10 y el 12 de marzo de 2009, donde se incorporaron nuevos conocimientos acerca de la influencia humana sobre el clima a los hallazgos publicados en 2007, los que ampliaron y consolidaron. De la reunión de Copenhague salió una “síntesis” actualizada, que a la vez le servirá de fundamento a la Convención marco de las Naciones Unidas acerca del cambio climático (UNFCCC, en inglés) que se reunirá en Copenague en diciembre de 2009, en donde se espera obtener una respuesta global integrada de todos los países para contrarrestar los daños hechos al ambiente por los humanos. El Resumen ejecutivo del reporte de marzo de 2009 hace un recuento de la intervención del hombre en el ambiente, especialmente durante la estabilidad climática relativa de los últimos 12 mil años, cuando el hombre desarrolló la agricultura y domesticó animales, permitiendo que más personas sobrevivieran simultáneamente. Ya sabemos que de la Revolución Industrial de 1850 hasta la presente, el deterioro climático ha sido exponencial. En Cartagena ya tenemos evidencia sólida de estos cambios, especialmente por el incremento en el nivel medio del mar, comprobado por buena parte de la ciudadanía, sobre todo la que vive sobre el litoral. El documento de Copenhague (marzo 2009) dice que “La evidencia científica hoy indica abrumadoramente que permitir que continúe la emisión de gases de efecto invernadero a partir de la actividad humana se constituye en una amenaza significativa al bienestar y desarrollo continuado de la sociedad contemporánea”. Traducido al lenguaje cotidiano, lo anterior quiere decir que la supervivencia del mundo está en peligro si las cosas siguen como están ahora, y que todos tenemos la responsabilidad de actuar pronto. El reporte de Copenhague envía “seis mensajes clave”: las tendencias climáticas; la disrupción social y ambiental; las estrategias de plazo largo, metas y fechas de cumplimiento; las dimensiones de equidad; admitir que hacer nada es imperdonable; y aceptar los retos para cambiar. La sumatoria de las tendencias climáticas, que incluyen los gases de efecto invernadero, la mayor temperatura promedio de la tierra, el calentamiento del mar, deshielo polar y el aumento medio de las mareas, desembocan en el riesgo de cambios climáticos abruptos o irreversibles que amenazan la existencia del hombre. Es indispensable entonces que de aquí a la reunión de diciembre de 2009 en Copenhague, los países desarrollados y sobre todo, los gigantes en desarrollo como China, India y Brasil, estén dispuestos a aceptar e imponerse a sí mismos los controles para reversar la tendencia autodestructiva que ya es indudable en la actividad humana.

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