Editorial


Cartagena Cómo Vamos

El Informe de Calidad de Vida 2010 presentado el martes por Cartagena Cómo Vamos (CCV) muestra grandes avances gracias a una administración honesta, empeñada en trabajar por los cartageneros y no por intereses particulares.
Es la primera vez en la historia de la ciudad que un Gobierno distrital trabaja fijándose metas cuantitativas reveladas de antemano, y utilizando indicadores de desempeño para medirlas.
Antes, los gobernantes se fijaban objetivos abstractos, imposibles de verificar, porque dependían de juicios de valor, subjetivos casi todos, y no de números reales y comprobables.
Este avance es de por sí una transformación en la administración pública local, porque propicia la transparencia y permite que la comunidad evalúe la gestión.
Un vistazo general al informe de CCV muestra que la administración de Judith Pinedo organizó las finanzas distritales, aumentando los ingresos gracias a una política de control a la evasión y recaudo eficiente; reduciendo el porcentaje de endeudamiento para disminuir el monto de sus obligaciones y para abrir las puertas a nuevos créditos de inversión; y controlando los gastos de funcionamiento.
Es un logro importante, aunque no es tangible de inmediato, pero es básico para emprender las iniciativas de desarrollo, puesto que sin salud financiera no hay recursos para invertir.
En el sector de la educación también hubo avances considerables, especialmente en infraestructura escolar, más oportunidades de acceso a la educación superior y el fortalecimiento institucional. Viene ahora la segunda etapa de los objetivos trazados, que es mejorar la calidad, de manera que los colegios públicos formen jóvenes con capacidad y destrezas académicas.
En el mejoramiento de la calidad de vida de una gran población que vive en la pobreza, los esfuerzos de la Administración todavía no comienzan a producir resultados espectaculares, pero el informe demuestra que también allí hubo avances, aunque no se hayan cumplido las metas.
Se superó, por ejemplo, el ritmo histórico de construcción y mejoramientos de vivienda social, se ampliaron las coberturas de acueducto y alcantarillado, se emprendieron proyectos productivos y de generación de ingresos para los estratos bajos, se consolidaron algunos elementos para reducir la marginalidad y propiciar la inclusión, y se cumplieron exitosamente campañas de seguridad alimentaria.
El único sector que no logró avanzar al ritmo necesario fue el de la salud, cuyo logro más importante fue la ampliación de la cobertura y la decisión de construir instituciones hospitalarias, pero sin poder reducir problemas graves como la mortalidad infantil ni garantizar la atención de calidad.
Aunque como toda administración, la de Pinedo ha tenido lunares, es importante que sus avances continúen, y la única forma de que ocurra es elegir un alcalde que se comprometa con la honestidad y la transparencia sembradas en esta Administración, que mantenga el buen juicio en el manejo financiero y que concluya los grandes proyectos que quedan iniciados.
No  podemos regresar a las viejas prácticas corruptas de la politiquería, promovidas desde el propio Palacio de la Aduana, ni a la informalidad administrativa que irresponsablemente dilapidó valiosos recursos públicos.

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