Editorial


Cartagena con vías deterioradas

El año pasado, el Gobierno distrital empezó la recuperación de vías principales de Cartagena, como la Avenida Santander y varias calles de Bocagrande, además de las de algunos corregimientos, deterioradas a consecuencia del invierno, en un paquete de obras en el que se invirtieron $1.700 millones.El secretario de Infraestructura, Antonio Flórez, dijo en su momento que en la Avenida Santander se estaban invirtiendo $300 millones para recuperar los tramos dañados y dejarla en estado perfecto, pues los reparcheos realizados un mes antes con una donación de la empresa privada, se dañaron por efecto de las lluvias torrenciales.
Hoy, el estado de la Avenida Santander es lastimoso, con huecos inmensos en varios tramos, que normalmente dificultan el paso de los vehículos, pero que se llenan de agua con cada aguacero, agravando la situación.
Cartagena no tiene ni ha tenido en los últimos 40 años una malla vial que responda a su crecimiento, pues la única arteria, la Avenida Pedro de Heredia, se quedó pequeña para el aumento del tráfico automotor y la movilidad a través de ella quedó disminuida por la ocupación del espacio público y las maniobras de los buses y busetas de servicio público.
Las vías, llamadas pomposamente avenidas, construidas en los últimos 30 años para ofrecer alternativas de circulación en una ciudad que, por su geografía, creció a lo largo y no radialmente, muy pronto fueron insuficientes.
Es loable la decisión del Gobierno distrital de mejorar las vías de los barrios, principalmente las de acceso, pero se han descuidado algunas importantes de los sitios donde se concentra la actividad diaria de Cartagena.
Por ejemplo, la llamada circunvalar de San Lázaro, entre la Calle 30 y el puente Las Palmas, una vía de longitud corta pero de gran importancia para el flujo de vehículos que viene del Centro y del Pie del Cerro, y que incluye los que han salido de Bocagrande, Crespo, Cabrero, Torices o Daniel Lemaitre, y que tiene huecos enormes y desniveles peligrosos a consecuencia del invierno prolongado.
También está la avenida de la Asamblea en Manga, desde la bajada del puente Jiménez hasta la esquina de la Segunda avenida, bastante estrecha para los dos carriles de sentido contrario por su tráfico intenso, y que tiene también grandes huecos en la capa asfáltica que se le aplicó el año pasado, que se agrandan cada vez que llueve.
Algunos trechos de la Calle 30, entre el Castillo de San Felipe y la esquina del Colegio La Candelaria, muestran deterioro similar, además de las grandes piscinas que se forman con los aguaceros.
Hay varios ejemplos más que en conjunto contribuyen a que no tengamos una malla vial en óptimas condiciones. Esto vuelve más caótico y lento el tráfico de la ciudad, lo que se empeora con las dificultades derivadas de la construcción de Transcaribe.
Como la Administración probablemente no alcance a reparar estas vías importantes, la que se inicia el 1 de enero debe fijar esa obra como prioridad, pues el deterioro crece y los problemas de tráfico aumentan.

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