Un artículo en El Universal, escrito por Andrés Pinzón Sinuco, decía que las partes más altas de Bocagrande y Castillogrande se convertirían en islotes debido al incremento implacable en el nivel medio del mar, atribuido al deshielo polar, y éste al calentamiento global. La afirmación del periodista Pinzón no se basaba en una imaginación demasiado fértil, sino en la investigación científica adelantada dentro del Sistema de Pronósticos Oceanográficos y Atmosféricos (SPOA), del Centro de Investigaciones Oceánicas e Hidrográficas (CIOH), de la Armada Nacional. La entidad plasmó los efectos de las mareas futuras sobre un plano en tres dimensiones de la ciudad, resultando una imagen impactante y hasta traumática de una Cartagena turística casi submarina. En este sector, las defensas costeras –o las nuevas murallas, como las llama un correo muy interesante que circula por la Internet-, no bastarán sin subirle la altura a todas las calles. ¿Cuánta altura más, y en cuánto tiempo? Obviamente, las primeras plantas de algunas casas y edificios se perderán, por lo que se requiere un inventario técnico exhaustivo de los inmuebles y sus afectaciones. Las imágenes del SPOA existían hace ya muchos meses, pero no habían sido mostradas al público inicialmente “para no alarmarlo”, aunque lo más conveniente hubiera sido hacerlo enseguida. Así la ciudadanía y algunos sectores políticos se hubieran pellizcado con más fuerza para entender que solucionar la problemática requiere acción rápida y contundente. El Laboratorio de Hidráulica de la Universidad de Cartagena está a cargo de la modelación del efecto del incremento en el nivel medio del mar sobre la ciudad, por lo que sus técnicos y el secretario de Planeación, Javier Mouthon, antes director de ese programa en dicha institución, no sólo conocían el problema al dedillo, sino que sabían –y saben- qué hay que hacer, en líneas gruesas. Aunque la imagen del sector turístico bajo agua es muy dramática y sirvió para llamarle la atención a la ciudadanía, el efecto que las mareas crecientes tendrán sobre los barrios marginales de Cartagena es mucho más grave, y gran parte de las familias del litoral tendrán que ser trasladadas a tierra alta. ¿Cuáles áreas serán evacuadas, cuándo, cómo y cuánto cuesta hacerlo? Está bien que Planeación arranque con algunas soluciones de plazo medio en el sector turístico y Centro Histórico, pero la ciudad, sin importar quiénes sean los alcaldes del futuro, necesita una visión continua que se traduzca en planes de acción detallados, con obras y fuentes de financiación. Por otro lado, ¿qué efectos tendrá el nivel medio del mar sobre las fuentes de agua potable de las ciudades y pueblos, sobre las tierras anegadizas donde hoy se siembra arroz, sobre la fauna y flora de estos lugares? ¿Y sobre las tierras arables próximas al mar? ¿Qué se debe prever para contrarrestar estas calamidades, más que anunciadas? Este mismo ejercicio tendrán que hacerlo todos los asentamientos humanos en los litorales Caribe y Pacífico colombianos. Es una tarea enorme y de envergadura nacional a la que bien se le podrían invertir algunos pesos de las regalías, ahora que el Gobierno Nacional busca cómo gastarlas bien.
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