Editorial


Con las manos en la masa

Como un niño malcriado que se enoja y le da una pataleta cuando lo agarran con las manos en la masa, el presidente venezolano Hugo Chávez respondió a las denuncias serias de Colombia sobre la guerrilla en ese país, rompiendo las relaciones diplomáticas. En la sesión de la OEA, Colombia exigió a Venezuela, a través de su embajador ante ese organismo, evitar que los jefes principales y un número grueso de guerrilleros se refugien en su territorio. El embajador colombiano ante la OEA, Luis Alfonso Hoyos, señaló en un mapa las coordenadas en Venezuela donde aseguró que hay campamentos de la guerrilla, y propuso crear una comisión internacional, que inspeccione esos lugares en los próximos 30 días. Hoyos sustentó las acusaciones con mapas, fotos y fragmentos de videos, según él, captados por guerrilleros desmovilizado en las últimas dos semanas, en los que se ve a Iván Márquez, alias Canaguaro, alias Ciro y otros líderes en varios campamentos de las Farc en el estado de Zulia, de donde partieron con órdenes de Márquez para retomar los Montes de María. El embajador venezolano en la OEA, Roy Chaderton, respondió inmediatamente descalificando las acusaciones colombianas, con argumentos generales, frases ambiguas y poco específicas para decir que Colombia no tiene “ninguna evidencia, ninguna prueba, fotos tomadas no sé dónde”, y la reiteración de las críticas a las “bases militares de Estados Unidos en Colombia”. Las pocas veces que Chaderton aludió a las acusaciones concretas, lo hizo en tono de sátira y sin sustentación, por ejemplo, al referirse a la foto de un líder guerrillero en una playa, que el embajador colombiano dijo que eran las de Chichiriviche, en Venezuela, respondió que era un balneario de Santa Marta. Momentos después, el presidente Chávez apareció en televisión al lado del astro argentino y técnico de la selección de ese país, Diego Armando Maradona, y anunció en el tono rimbombante y explosivo de siempre que rompía relaciones diplomáticas con Colombia, calificando al presidente Uribe de “enfermo” y exigiendo luego respeto para Venezuela. El canciller Nicolás Maduro anunció después que le habían dado 72 horas al personal diplomático colombiano en Venezuela, para cerrar la embajada y abandonar el país. De no ser por las consecuencias dramáticas para decenas de miles de familias que viven y trabajan en la frontera extensa entre Colombia y Venezuela, las intervenciones de Chávez, Chaderton y Maduro podrían hacer parte de una comedia teatral, una sátira política hilarante y absurda. Considerando, además, que la OEA no puede intervenir, ni enviar misiones de verificación, y sólo serviría de mediador improbable, como lo ratificó el secretario general José Miguel Insulza, los guerrilleros colombianos seguirán en Venezuela, preparándose para atacar y secuestrar en Colombia, sin que su Gobierno colabore para enfrentarlos. La reacción del Gobierno venezolano significa que no permitirá la visita de misión alguna a su territorio, seguirá negando que hay guerrilla en su país y acusando a Colombia de inventar campamentos y hacer montajes inverosímiles. Chávez exige respeto para su país, pero no lo tiene para Colombia ni su Gobierno. Su cinismo y el de sus esbirros, se desbordó.

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