Editorial


Conductores más inteligentes

El número de muertos o heridos en accidentes de tránsito podría reducirse en gran medida sólo con que las autoridades fueran un poco más drásticas en obligar a los conductores y peatones a cumplir fielmente y en todo momento las normas, y a verificar que circulan con respeto y con serenidad.
En ciudades como Cartagena, sin embargo, este objetivo nunca ha sido fácil de conseguir, porque se ha generalizado una cultura de la informalidad que conlleva la violación de todas las reglas y señales de tránsito, como una travesura más, sin considerar las graves consecuencias de este acto de desobediencia.
Las estadísticas que maneja el Fondo de Prevención Vial indican que en el año 2010 hubo 5.502 muertos en Colombia por accidentes de tránsito, y en el 85% de los casos, la principal causa fue la imprudencia de conductores o peatones.
El mismo el Fondo de Prevención Vial contrató a la firma Ipsos-Napoleón Franco, a comienzos del año pasado, para realizar el “Primer Estudio de Comportamiento y Seguridad Vial”, entrevistando a más de 1.300 personas en 36 municipios colombianos, cuyas conclusiones sobre el comportamiento de la gente en las vías son preocupantes.
En primer lugar, reveló que en las vías prima la emoción sobre la razón, y que estas generan una mezcla de audacia, placer y satisfacción, pues el 54% de los conductores encuestados declaró que “no hay nada mejor que una calle sin tráfico para poder ir rápido”.
La paradoja en que en el mismo estudio se encontró que a más del 70% de los colombianos les da miedo y estrés salir a las vías y que el 67% de los conductores se enoja y martiriza por la forma de manejar de los demás.
En esta cultura de la irresponsabilidad vial, el 27% de los encuestados cree que es muy probable y el 17% que es medianamente probable que sufran un accidente de tránsito.
En ese contexto, resulta evidente que la manera de reducir el número de accidentes y su gravedad es con una campaña permanente, intensa y llamativa de educación vial, que permita en poco años formar una gran franja de conductores y peatones responsables, respetuosos de los códigos y normas de tránsito y conscientes de la importancia de su contribución a que las vías sean más seguras.
En el estudio citado arriba, el 31% se consideraba a sí mismos como la gente que menos accidentes tenía y ningún encuestado se consideró como el que más accidentes tenía, a pesar de que el 22% estuvo implicado al menos una vez en un accidente.
Es decir, todos sabemos que es importante la prudencia y el respeto en las vías, pero 3 de cada 4 colombianos siempre les echamos la culpa a los demás por los accidentes.
Es imprescindible, entonces, comenzar desde la edad escolar a educar sobre los riesgos de conducir y sobre la importancia de acatar las reglas para que preservar la propia vida y las de los demás en las vías.
Una circunstancia agravante de la accidentalidad en el país en la costumbre de manera tras haber ingerido alcohol, una mezcla mortal que, según otro estudio estadístico, causa un poco menos de la mitad de los accidentes en las ciudades colombianas de más de 300 mil habitantes.
El reto de reducir los accidentes empieza por ejercer debidamente el principio de autoridad. A eso debe agregarse la óptima formación de los conductores, y las campañas educativas dirigidas a los usuarios del transporte público y a los peatones, de manera que sean plenamente conscientes de los riesgos derivados de no cumplir las señales y las normas de tránsito.

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