Editorial


Confianza ciudadana y seguridad

Independientemente de que la percepción de inseguridad crezca o disminuya, se cometen delitos a diario en atracos, asaltos a residencias, robos y fleteos, además de los asesinatos dirigidos, que han disminuido con respecto al año 2010, pero que siguen siendo peligrosos para toda la ciudadanía.
En el estudio de la evolución de los indicadores de seguridad ciudadana y de la percepción ciudadana que lleva el proyecto Cartagena Como Vamos, es evidente una tendencia que se mantiene más o menos constante en la visión de los habitantes de la ciudad sobre la inseguridad: siguen quejándose de los atracos, fleteos y robos, y no observan una acción contundente de las autoridades para reprimir estos delitos.
Justamente, gran parte de la percepción de inseguridad de la ciudadanía está basada en esta premisa, lo que hace pensar que las acciones documentadas de la Policía durante este año, por ejemplo, todavía no logran convencer a la gente de que se actúa decididamente para combatir la delincuencia.
Una medida poco confiable, porque depende de la información abierta de los ciudadanos, es el porcentaje de delitos no denunciados con respecto al número total de delitos. Esta inexactitud sirve para desvirtuar los aumentos de ciertos delitos, como el robo y el atraco, argumentando que el número de estos no fue lo que aumentó, sino el número de denuncias.
Sin embargo, la estadística que se maneja de delitos no denunciados está alrededor del 55%, muy alta, que puede ser atribuida a la desconfianza de la gente en las instituciones, desde la fuerza pública hasta los fiscales y jueces.
Los delitos más frecuentes en Cartagena, como el asesinato, las lesiones personales y los atracos, tienen su origen en la acción de las bandas criminales asociadas con el microtráfico en los barrios de la ciudad, y la estructura compleja de estos grupos impone en los ciudadanos la creencia de que enfrentarse a ellos es un suicidio, de manera que las víctimas o los testigos de sus acciones difícilmente se decidirán a denunciarlos.
Por otra parte, la ciudadanía no tiene información permanente y continua sobre los resultados de la lucha contra la delincuencia, además de las capturas sobre las que informa la Policía, porque sólo en un porcentaje muy pequeño de los casos, sobre todo cuando se trata de criminales reconocidos, los juzgados informan sobre las condenas impuestas.
Casi nunca hay una información igualmente continua, sobre los acusados que quedan libres, y la opinión pública sospecha que su número es muy grande.
Si la justicia no logra sancionar penalmente con la eficacia suficiente para servir como disuasivo a los criminales, o si la ciudadanía no se convence de que es así, el principal factor para vencerlos, que es la colaboración de la comunidad, pierde eficacia.
Difícilmente la ciudadanía colaborará, a menos que sienta que hace parte de la solución y que las otras partes trabajan eficazmente.
La experiencia de muchas ciudades en el mundo –entre ellas Toronto (Canadá), cuyo núcleo central tiene como Cartagena más o menos un millón de habitantes– demuestra que las estrategias exitosas contra el delito parten de una concepción de la seguridad más amplia y completa que la simple defensa de los ciudadanos, y se enmarca en un gran “pacto de convivencia”, en el que todos los sectores sociales intervienen.

 

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS