Editorial


Costa Caribe: lo que hay en un nombre

En primer lugar, está la falta de precisión geográfica esgrimida a propósito desde el altiplano para cambiarnos el topónimo regional desde los albores de la Independencia hasta hoy. A pesar de estar dentro del Océano Atlántico, el mar Caribe tiene linderos exactos y reconocidos:
Según Wikipedia, “Limita al norte con las llamadas Antillas Mayores —Cuba, La Española (Haití y República Dominicana) y Puerto Rico—, al Sur del Trópico de Cáncer, al este con las Antillas Menores (meridiano 60° O), al sur con Venezuela, Colombia y Panamá (paralelo 9° N), y al oeste con México, Belice y Guatemala (meridiano 88° O), y Honduras, Nicaragua y Costa Rica (meridiano 84° O)”.
Como dice Gustavo Bell en su “¿Costa Atlántica? No: Costa Caribe”, “…;la hipótesis, entonces…;es que la denominación de Costa Atlántica, en vez de Costa Caribe, esconde una actitud despreciativa hacia la Costa, surgida a mediados del siglo XIX, con claros orígenes racistas y discriminatorios. Se originó particularmente luego de la guerra de los Supremos…;”
Esta guerra (1840 a 1842), como recordará el lector, fue un intento separatista de la Costa Caribe del yugo centralista del altiplano. El último estado en ser sometido por el poder andino fue Bolívar, con cuya capital había mantenido Bogotá una rivalidad intensa desde la Colonia misma.
De 1840 en adelante, como señala Bell, en los textos de geografía despareció la Costa Caribe y apareció la Atlántica. Aún más, la división comandada por el general Acevedo, enviada a Cartagena para cuidar la Costa Norte luego de su derrota en la Guerra de los Supremos, se llamó la División del Atlántico.
Bell también anota que esto coincidió con teorías racistas desarrolladas en Europa occidental elogiando la raza blanca como la única capaz de ser civilizada en cualquier clima, aunque los climas templados –según estas ideas- producían las mejores civilizaciones. Todavía se identifican rezagos de estos prejuicios en el ambiente centralista.
El Caribe fue satanizado hasta por la Iglesia, según Bell, porque “el mar es fuente de pecado, a través del mar llegan los extranjeros, a través del mar llega el protestantismo, a través del mar llegan las sociedades bíblicas, o sea, hay una estigmatización de todo lo que significa el mar”.
“La andinización del país –dice Bell- “se empieza a agudizar a partir de 1842, y no es gratuito —ésa es parte de nuestra hipótesis—, que desaparezca el mar Caribe y surja el océano Atlántico”.
Ahora que en el Caribe colombiano hablamos de la autonomía regional, un buen comienzo para sentirla con más regocijo sería hacer corregir este error histórico con que aún nos irrespeta el centralismo, y con que nos irrespetamos nosotros mismos cuando incurrimos en él.

 

 

 

 

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