Editorial


Costos y beneficios de la Cumbre

El expresidente Álvaro Uribe Vélez afirmó el pasado fin de semana, a través de su cuenta de Twitter, que la Cumbre de las Américas había costado 96 millones de dólares y no se justificaba semejante derroche en un país pobre y con damnificados de inundaciones, pues la anterior Cumbre sólo había costado 5 millones de dólares.
Por supuesto, el debate se encendió enseguida y en algunos casos adquirió la característica de una polémica agria, aprovechada por el principal partido de oposición –el Polo Democrático– para venirse nuevamente contra el gobierno del presidente Santos.
La canciller María Ángela Holguín habló ayer para la prensa en Cartagena y aseguró que el costo de la VI Cumbre de las Américas no había pasado de 25 millones de dólares.
Aunque aclaró que todavía faltaba consolidar las cuentas para saber el costo exacto del evento, la canciller dijo que el balance preliminar indica que se gastaron menos de 25 millones de dólares.
¿En qué se gastó ese dinero? No solo en la reunión misma de presidentes y en los foros empresarial, social de jóvenes, sino en 25 foros preliminares celebrados entre enero y abril, de los que salieron las recomendaciones y propuestas de indígenas, jóvenes y representantes de organizaciones civiles de América.
Algunos gastos del evento mismo son el pago de transporte, comidas, bebidas y red inalámbrica a los 8.000 participantes en cada uno de los centros de eventos y de prensa, la cena y fiesta en el Castillo de San Felipe, el alojamiento de mandatarios y comitivas, los dispositivos de seguridad, movilidad y los demás eventos sociales.
Aunque la canciller anunció también en Cartagena que “las cifras reales serán reveladas ante la opinión pública en unas dos semanas”, el dirigente de la oposición, senador Jorge Robledo, dijo ayer que presentará un derecho de petición a la Presidencia de la República para que entregue la relación exacta de los gastos. También aseguró que hará lo mismo con la Gobernación de Bolívar y la Alcaldía de Cartagena.
En lo relacionado con el Distrito, ya el alcalde Terán dijo que los costos de las obras viales y de retoque de la ciudad habían sido sufragados en gran parte por el Gobierno nacional y estas le quedan a Cartagena después de la Cumbre.
La discusión sobre los costos debería incluir una relación sobre los beneficios que obtuvieron Colombia y Cartagena, la mayoría de los cuales no pueden cuantificarse porque se trata de réditos políticos, de imagen y de prominencia internacional de nuestro país.
Para la ciudad, las obras en la Avenida Santander y otras vías son uno de los beneficios –¡ojalá duren!-, pero el más protuberante es sin lugar a dudas la promoción mundial de Cartagena como destino seguro y atractivo, y en segundo lugar, lo que gastaron aquí los 8 mil asistentes a la Cumbre.
Para Colombia, la Cumbre significó erigirse en una posición de liderazgo regional que difícilmente podrá ser disputada en los próximos años.
A cada ciudadano le corresponde decidir si una vez conocida la erogación exacta, los beneficios recibidos justificaron lo gastado.

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