Editorial


De aeropuerto a aeropuerto

Los partidarios más importantes de mover el aeropuerto Rafael Núñez de Crespo a otro lugar son sus vecinos, porque les molesta el ruido y temen un accidente. Sus puntos de vista son muy respetables, pero no infalibles: el ruido en los alrededores de la pista se podría contrarrestar con cerramientos, terraplenes y otros artefactos que ya están inventados. No son perfectos, pero mejorarían mucho lo que hay. Los riesgos de accidentes aéreos son menores para la población cartagenera que para otras urbes porque las aproximaciones finales por ambos extremos de la pista se hacen sobre agua, donde no hay gente, aunque se deberían tener equipos para el rescate de los pasajeros de un avión que cayera al mar o a la Ciénaga. Para evitar accidentes como el del Kfir, convendría un túnel en esa cabecera de la pista, o semáforos que pararan el tráfico mientras despegan y aterrizan los aviones, aunque éstos terminarían de trancar el tráfico. Luego están los intereses de los usuarios del aeropuerto Rafael Núñez, que son miles, pero opinan poco. Quizá estén de acuerdo con un aeropuerto nuevo “algún día”, pero por el momento es difícil sacrificar la eficiencia del Rafael Núñez por su cercanía, especialmente del sector turístico. Lo que para sus vecinos es molestia, para buena parte de la ciudad mejora la calidad de vida. La cercanía del aeropuerto hace que la ciudad sea competitiva, aunque se sabe que se necesitarían más pistas, instalaciones, vías y espacio para que fuera un “eje” internacional aeroportuario, y que es difícil (no imposible) expandir el Rafael Núñez. El primer problema que tiene que resolver el Distrito es la movilidad alrededor del aeropuerto hoy, lo que incluiría unir la avenida Santander con el anillo vial a través del famoso y desconocido “túnel”; ampliar la calle 70; y mejorar la movilidad entre la ciudad y el nuevo aeropuerto. No se debería hablar de megaaeropuertos en el Norte mientras haya trancones entre Crespo y el peaje de Marahuaco. Si el propósito del aeropuerto nuevo fuera traer más turismo, de nada serviría que lo trasladaran mañana mismo, porque crearía un problema mayor al no haber cómo llegar rápidamente a los hoteles, ni cabrían los buses con turistas por las calles de Crespo porque seguirían siendo el mismo cuello de botella. Así perderíamos todo. Es una obligación para la ciudad pensar en el megaaeropuerto, que ayudará a beneficiar a Cartagena a través de desarrollar su Zona Norte, pero primero tiene que asegurarse un transporte rápido hacia éste y dentro de la propia ciudad, o se mermaría gravemente la calidad de vida de los cartageneros, además del turismo. Sin una planeación integral de vías, entre otras consideraciones, el nuevo megaaeropuerto no le serviría a Cartagena, sino que la perjudicaría. El Distrito y la ciudadanía tienen que pensar en lo que ganarían y perderían con este traslado, y permitirlo sólo cuando las ventajas sean notoriamente superiores a las desventajas para los intereses de la ciudad, y no de cualquier grupo en particular.

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS