Editorial


Desarrollo y amenazas internas

Aterra que en la ciudad persistan tantas trabas a su desarrollo, algunas por falta de recursos para infraestructura pública y otras por indolencia.
Nos hemos referido recientemente a la precariedad de la energía eléctrica y a la necesidad de mejorarla a toda carrera, para lo cual es indispensable entender qué le falta a ese sector, cómo se puede subsanar y en cuánto tiempo.
Se necesita un diálogo franco con todos los jugadores del sector eléctrico y muy especialmente con Electricaribe, quien debe tener la mejor información. La ciudad, el Departamento, los gremios y las organizaciones sociales tienen que actuar como una sola unidad para asegurar la solución de los problemas.
La Zona Norte es vista como el polo de desarrollo turístico y residencial de la Cartagena del Siglo XXI, y por lo mismo, creadora de empleos. Pero a pesar de las inversiones enormes allí y las que se harán en su futuro inmediato, hay un rezago notorio en el servicio de energía y preocupa el de agua para los desarrollos que faltan. Ahora que las regalías a las regiones aumentarán, parte debería destinarse a garantizar los servicios públicos.
La doble calzada de la Vía del Mar entre Cartagena y Barranquilla avanza, pero sin vislumbrarse una solución para la conexión entre el túnel de Crespo y tierra firme más allá de las ciénagas de Juan Polo y de la Virgen. Frente a los edificios de La Boquilla no debería haber una calzada doble, sino triple, para darle servicio a estos y al propio corregimiento.
Minambiente sólo dará licencias a una calzada sobre un viaducto, y no sobre un relleno. El viaducto cuesta muchísimo más que el relleno, pero es ambientalmente amigable. No sabemos que esté definida la ampliación de otro cuello de botella, el puente de La Bocana. ¿Quién se ocupa de gestionar esos proyectos? ¿De quién depende su éxito? ¿Cuándo habrá una definición? Sin esas obras, hablar del desarrollo de la Zona Norte es una quimera, o peor, una mentira.
La doble calzada es un macroproyecto importante, y aunque también lo afecta la indolencia de diversos actores, se entiende que su complejidad es enorme. Pero no se entiende que el caos de la Calle 70, de Crespo, no esté controlado a toda hora, y no solamente los puentes o temporadas cuando se esperan turistas.
Allí siguen bloqueando el tráfico los transportes piratas tolerados por las autoridades, los carros aparcados en la calle frente a tiendas y negocios de comida rápida, los colectivos ilegales y demás, todos sin una infraestructura planeada para ese uso.
En pleno 2011, a pesar de ser un lugar neurálgico –¡donde está el aeropuerto y la segunda entrada más importante a la ciudad!-, se sigue el patrón de cualquier invasión de barrio subnormal: negocios informales que invaden espacios públicos e inexplicablemente obtienen permisos para hacer lo que no deberían, o abusan de los que les dan para otro uso, en contra de los intereses colectivos, a la vista de todos. 
Si Cartagena quiere perder la inversión productiva, la indolencia de algunas de sus autoridades y ciudadanía podría lograrlo antes que la competencia externa.


Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS