Editorial


Día de ¿cuál campesino?

Hoy se celebra en Colombia el día del campesino, personaje indispensable para el país y a la vez, subestimado y maltratado.
Su imagen varía según cada región y va desde el hombre de alpargatas, ruana y azadón, cosechando un campo andino de papas, hasta el labrador caribe de abarcas y sombrero vueltiao que arranca una mata de yuca en una ladera seca del litoral.
En todas partes es el mismo ser madrugador y sacrificado cuya labor da de comer al país, o al menos, le provee las viandas indispensables para la gastronomía criolla: yuca, maíz, plátanos, frijoles y granos diversos. Y también papa, que se come en todos los climas y regiones.
Pero este campesino idílico desaparece en buena parte de Colombia, especialmente cerca de los centros urbanos, si es que no lo hizo ya del todo. Del campesino del Caribe, montado en un burro o en un mulo, quedan pocos. El atuendo ya no es un sombrero vueltiao ni de uno “conchaejobo”, ni tampoco sobreviven las abarcas en muchas partes.
El campesino joven ya no quiere serlo. Usa una gorra de los Yankees y unos zapatos tenis, cuando no unas chancletas “flip flop” hechas en China. No anda sobre un cuadrúpedo ni aspira a tenerlo, sino que vuela sobre una moto. Pocos saben ya si la luna está buena para sembrar o mala para cortar madera. Si acaso, oyen el reporte del tiempo o preguntan por él para no mojarse en la mototaxi.
Quienes hayan visitado algunos de los pueblos de los Montes de María, sobre todo aquellos más remotos de los que fue expulsada la población por varios años, habrá notado que solo retornaron los viejos. Los jóvenes se habituaron a la energía eléctrica, la nevera, los ventiladores y el equipo de sonido, y prefieren los tugurios urbanos bulliciosos, al sosiego del campo, sin el cual no sobreviven sus mayores.
Los hijos y nietos de los campesinos que vibraban con Andrés Landero o con los Gaiteros de San Jacinto ya no los conocen, pero sí saben muy bien quiénes son Jesse & Joy, Camila, Ke$ha, o Kany García. No han oído a Totó la Momposina, pero sí a Katy Perry, Beyonce o Rihanna.
Estos jóvenes, si acaso saben algo de agricultura de pancoger, se limita a cómo arrancar una mata de yuca para hacer un sancocho, o cómo cocer una mazorca, pero no saben cómo ni cuándo sembrarlas ni asistirlas.
¿Quiénes son entonces estos campesinos en nombre de quienes se habla con grandilocuencia en cualquier parte, o se negocia en La Habana? ¿Qué estereotipos existen apenas en la mente de los dirigentes, pero que ya no corresponden a la realidad?
Para atraer jóvenes al campo y retenerlos se necesita que se disminuyan las diferencias en la calidad de vida entre urbes y pueblos. El Estado tiene que llegar a los sitios más lejanos con energía, acueductos, salud, vías y educación.
Al paso que vamos, los campesinos están en vías de extinción. A los pocos que quedan, El Universal les desea un feliz día.

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