Editorial


Doble calzada: Cartagena, Turbaco y Arjona

Ayer algunos vecinos de Turbaco, incluido su alcalde electo, Mayron Martínez Ramos, organizaron una reunión informativa en el restaurante Selva Negra con funcionarios del Instituto Nacional de Concesiones (Inco) para conocer los avances en el diseño de la doble calzada entre Cartagena y Arjona, con énfasis en Loma de Piedra y el propio pueblo de Turbaco.Los funcionarios del Inco presentaron la parte del proyecto correspondiente a cada uno, incluyendo el trazado de la vía, además de los aspectos sociales como la reubicación de algunas personas afectadas por la doble calzada y la responsabilidad del Inco en las acciones inmediatas y posteriores.
Uno de los propósitos principales de la reunión era informar a la comunidad y a la vez oírla, de manera que la retroalimentación pudiera resultar en algunos cambios para conveniencia de ambos lados, especialmente de los habitantes de Turbaco y su perímetro. Pero era evidente la exasperación de algunos participantes, que por no conocer nada o muy poco del proyecto, intervenían atropelladamente encima de las preguntas de los demás, y casi todos encima de las respuestas de los funcionarios de la entidad.
Esto era de esperarse de un proyecto que a pesar de afectar a tanta gente, y de ser tan importante y positivo para el desarrollo de Turbaco y Arjona, del resto del norte de Bolívar y de Cartagena, se tapaba hasta hace poco con el hermetismo de un secreto de Estado. Se entiende que la presión sobre el Inco y sobre los contratistas era enorme por los diversos intereses, algunos legítimos y otros descaradamente particulares.
Con esos antecedentes, no sorprendió que el Inco tuviera que enfrentar algo de hostilidad por su falta de divulgación de una obra tan sensible.
Aparte de que inicialmente algunos participantes querían persuadir al Inco de cambiar los retornos para su propia comodidad, y de que además, subestimaban a la entidad al presumir que los había definido por capricho y no mediante estudios técnicos de tráfico, hay preocupaciones legítimas por los efectos de la doble calzada.
¿Cómo se manejarán las aguas que brotan en Loma de Piedra, especialmente las causadas por las lluvias torrenciales de dos "Niñas" consecutivas, que rebosaron los acuíferos, para que no dañen la vía y para que la carretera no se siga convirtiendo en balneario ni en lavadero de vehículos? ¿Cuántos puentes peatonales habrá y dónde irán? ¿Cuál es la lógica para fijar el monto de los peajes?
Algunos expusieron -con razón- que los habitantes de Turbaco, quienes usarán la menor parte de la vía, deberían poder pagar un monto proporcional al largo de ese tramo, porque sospechan que el peso mayor del peaje lo cargarán los turbaqueros. Otros se quejaron de no tener vías alternas y sentían que era un abuso que la única ruta viable, y por lo mismo obligatoria, fuese paga.
Nadie puede dudar de que la doble calzada entre Cartagena, Turbaco y Arjona eleva la calidad de vida de la mayoría de los habitantes, pero también es cierto que en lo posible, se deben aminorar sus perjuicios colaterales.




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