Editorial


Ecos de la Cumbre

La Cumbre de Las Américas, ya concluida, lleva varios días en las primeras planas de los periódicos principales de los Estados Unidos y del mundo, no por sus logros, sino porque agentes del Servicio Secreto (SS) se fueron de juerga y se regresaron al hotel con un lote de prostitutas. Al principio se decía que había 11 sospechosos, pero ahora algunos diarios estadounidenses hablan de 20 ó más, entre militares y personal del SS.
La foto de uno de los hoteles más emblemáticos y queridos por los cartageneros ha sido la principal de los portales web con que se anuncia la noticia, inmersa en la fascinación incomprensible que tienen los escándalos sexuales en los Estados Unidos, y en este caso mayor, porque los juerguistas tenían la misión de proteger a su presidente y podrían haber comprometido su seguridad, todo magnificado por el oportunismo de los políticos opositores de Obama en un año electoral. Así que la lujuria ya no tan secreta de los agentes ha puesto a Cartagena a donde no la llevó la Cumbre en sí.
En Colombia, varios medios le han saltado a la oportunidad y no sería raro que Cartagena terminara representada por algunos de ellos como la capital de la prostitución del país, cuando en varias de nuestras capitales se ejerce el “oficio más viejo del mundo” con tanta o mayor intensidad y cantidad que aquí, además de que dichas urbes nos exportan mucha de la materia prima de los burdeles locales.
Será difícil negar, eso sí, que la ciudad es la predilecta en Colombia para el turismo sexual extranjero y que también hay explotación sexual infantil como parte de la oferta que no sale en los afiches promocionales. Las autoridades no pueden bajar la guardia para combatir esta aberración pagada en moneda extranjera a los “empresarios” locales, explotadores de las víctimas infantiles de esta ciudad y de pueblos aledaños.
Otro eco de la Cumbre de las Américas ha sido la manera despiadada como le han cobrado a Shakira un error al cantar el Himno Nacional, que cualquiera –aun una súper profesional como ella- podría cometer por cualquier motivo: nervios, bloqueo mental momentáneo, manejo de la respiración mientras cantaba, entre muchas otras cosas.
La sevicia contra Shakira es incomprensible porque es una persona sencilla, discreta e inteligente. También es una figura internacional que le ha traído prestigio a Colombia, no olvida ni niega sus raíces barranquilleras, caribes y colombianas, ha invertido sumas fuertes de su bien ganado peculio en escuelas para jóvenes en Barranquilla, Cartagena y otras ciudades, y cada día gasta más energía y recursos en la filantropía.
Lástima que la Cumbre será recordada en buena medida por estos dos incidentes, en vez de porque Santos le puso el cascabel de la política antidrogas fracasada al gato de los países consumidores –incluyendo a los Estados Unidos- y porque Shakira pronunció un discurso efectivo en la Cumbre de Empresarios, conminándolos a meterse la mano al dril –invertir, dijo- en favor de los pobres de América, como lo hace ella.
Viendo la ferocidad de las críticas, cabe el adagio de que la gente es como Dios la hizo, y a veces, peor.

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