Editorial


El Canal del Dique y el Varadero

El Gobierno de Uribe le deja a los cartageneros y bolivarenses algunas obras buenas, pero también una frustración enorme: el Canal del Dique, una muestra casi increíble de chamboneo por parte del Ministerio de Transporte, cuyo titular arrastró los pies para eliminar el aporte de sedimentos del Dique a la Bahía de Cartagena. Para rematar, desechó a compañías internacionales serias y con experiencia, como la Del Ródano, que maneja el río francés del mismo nombre; a Haskoning, la compañía holandesa más veterana; y al Army Corps of Engineers, que maneja el río Mississippi, en Estados Unidos. A cambio de estas tres entidades confiables, Mintransporte optó por la Universidad Nacional, cuyos ingenieros diseñaron una solución no probada, y de remate, presentada con una pedantería fuera de lugar, pero aceptada aquí por poner en práctica el adagio de que “peor es nada”, aunque no sabemos si se cumplirá en este caso. Ocho años después de llegar Álvaro Uribe a la Presidencia, y de saber desde el principio de la urgencia de hacer las obras del Canal del Dique, no sólo no tenemos nada hecho, sino que los lodos siguen azotando los ecosistemas costeros, los cuerpos de agua de la ciudad y minando la calidad del puerto, la razón de ser de Cartagena. La otra obra de la que venimos hablando en Cartagena hace varias décadas, aunque nunca con la urgencia de ahora, es la del canal del Varadero, una entrada alterna a la Bahía con 188 metros de ancho y 18 metros de profundidad, que no amenazaría los fuertes coloniales de Bocachica, cuyo canal podrá seguir funcionando con barcos menores a los que muy pronto regirán los océanos del mundo y para los que la ciudad tiene que estar preparada. La situación es fácil de entender: con el canal de Bocachica, la ciudad podrá atender hasta 6.500 naves anuales, después de las cuales la actividad portuaria se volvería ineficiente, colapsando al llegar a 9.500 barcos anuales. Adicionalmente, Bocachica nunca podría llegar al calado exigido por las meganaves que ya comienzan a ser la norma y que se preparan a cruzar el canal de Panamá, cuya expansión estará lista en 2015. Y si por cualquier motivo hubiese un accidente en Bocachica y el puerto quedara bloqueado, además de las penurias económicas, podría tener consecuencias militares serias en una región que se calienta por el armamentismo de algunos vecinos. La bahía tiene más de 50 puertos privados, aunque hay cinco jugadores mayores: la petrolera Pacific Rubiales, Reficar, la Sociedad Portuaria Regional de Cartagena (contenedores y cruceros turísticos), Cementos Argos y Cotecmar, el astillero de la Armada. Para el año 2017, se estima de manera conservadora que Cartagena tendría más de 9.500 barcos anuales, sin incluir 2.500 embarcaciones menores que también usarían el canal de Bocachica. Sin el Canal de Varadero, el puerto sería inviable. Entrada ya la segunda vuelta electoral, la ciudad tiene que concretar a los dos candidatos que se disputarán la Presidencia de Colombia con respecto a estas obras indispensables para Cartagena y el país.

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