Editorial


El censo agropecuario

Hace pocos días, el ministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo, quien asistía a un foro del diario La República en Agroexpo, dijo que el Dane hará un censo nacional agropecuario en 2013, una medición integral que no se realiza desde hace 40 años y que “será fundamental para el desarrollo del sector…;”
¿Qué averiguará el Dane? Contará a la gente en el campo, sabrá en qué trabaja, si es empleado o independiente, cuánto gana, si vive en casa propia, si hay más de una familia por vivienda, si trabaja en tierra propia o no, qué siembra, cuánta tierra siembra, a quién le vende sus productos y por cuánto. También preguntará el Dane cuántos animales tiene de cada especie y qué hace con ellos.
Este Gobierno piensa que el combustible para la locomotora del agro está no solo en las tierras ya explotadas, y en las recién pacificadas como Montes de María o La Macarena, sino en la frontera agrícola de la altillanura, en el sur del país, donde se pueden sembrar extensiones enormes de tierra mecanizables, como en Brasil.
En Puerto Gaitán, Meta, ya hay un ejemplo de ese futuro: La Fazenda, una empresa agropecuaria de paisas y santandereanos, que venderá 100 mil millones de pesos en 2011 -65 mil millones en carne de cerdo y el saldo en maíz y soya- y que siembra 6 mil hectáreas de maíz y 6 mil de soya, y planea llegar a 30 mil hectáreas entrambos. Su secreto es tener todo en un solo sitio: la comida (maíz y soya), cría, engorde y sacrificio de los cerdos, y las plantas de desposte, empaque y embutidos. Alcanzó la misma productividad agrícola que Brasil, aunque sus insumos siguen siendo más caros.
Parte de la tragedia del agro colombiano es que apenas un comprador del exterior les pregunta a nuestros productores cuántos contenedores mensuales de su producto tendrían disponibles, nuestro minimalismo productivo acaba con la ilusión de exportar. Los mercados nuevos como el chino, indio y asiático en general demandan ya cantidades enormes de comida, y la producción masiva –como la de La Fazenda- será la única manera de poder exportarles.
El censo agropecuario servirá para saber qué es lo que realmente hacemos en el campo colombiano, y qué se requiere para dirigirlo hacia un producto u otro. Las estadísticas son indispensables para superar la retórica permanente que ha sustituido el conocimiento cierto de la mayoría de las actividades en Colombia, especialmente de las agropecuarias, sobre todo porque es imposible mejorar lo que no se mide.
Según lo dicho por el ministro Restrepo a La República, el censo también se ocupara de “detectar los cambios demográficos, sectores de explotación agropecuaria, gastos y niveles de producción, ubicación de superficies, hábitos rurales, familia, métodos de consumo y explotación del campo, vivienda rural, puestos de trabajo, estimaciones de la producción pecuaria, y agrícola” y servirá para “canalizar y distribuir correctamente los recursos, políticas, programas y proyectos” de los “diversos sectores del campo…;” El censo, entonces, es indispensable.
Ojalá sea el más completo posible.

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