Editorial


El corredor del trancón

El cada vez peor llamado “Corredor de Carga” se parece más al caos generalizado de movilidad de la ciudad, pero empeorado por el tamaño de los vehículos que circulan por allí, con la salvedad de que los conductores de las mulas son generalmente cuidadosos, veteranos y educados.
La excepción son algunos conductores de los remolques locales que “arrean” contenedores –es lo que hacen en vez de cargarlos- entre las empresas de Mamonal y alguno de los muelles de la ciudad, principalmente la Sociedad Portuaria Regional de Cartagena (SPRC), Muelles El Bosque y Contecar.
La indisciplina generalizada en el uso de esta vía importante se nota más cada día al incrementarse el volumen de carga que entra y sale del país, con lo que la progresión de la barbarie dejo de ser aritmética para volverse explosivamente geométrica.
El Distrito perdió los últimos 4 años sin que el DATT pusiera orden en esta tierra de nadie en la que cada conductor hace lo que quiera; las motos se cruzan el separador por donde les apetezca; los ciclistas se atreven a andar en contravía para ver quién los va a embestir, en vez de que les suceda por la espalda; y de cualquier parte puede salir una carreta de tracción animal. Cualquier conductor de taxi, camión o colectivo se aparca frente a su tienda favorita y no le importan los inconvenientes al tráfico ni los riesgos para su vehículo ni para los de los demás.
El Distrito tampoco obligó a los patios de contenedores o de parqueo de mulas a pavimentar sus instalaciones y la vía siempre tiene barro húmedo y seco, incrementando el riesgo de accidentes y daños a los vehículos. Ahora la administración de la vía tiene que usar palas mecánicas pequeñas y cuadrillas de trabajadores para raspar el barro del asfalto y barrerlo. Aunque es indispensable hacerlo, también enreda el tráfico.
Como no hay control de ninguna autoridad, las mulas se aparcan en fila sobre uno de los carriles frente a alguno de los puertos –salvo la SPRC- o de los patios de contenedores y estrangulan el tráfico.
La vía no fue planificada de forma integral, ni se les exigió área de maniobra a los patios de contenedores en su propio lote. Todo se improvisó al antojo y acomodo de cada interés particular. Así, los conductores tienen que atravesar las mulas sobre ambos carriles para entrar o salir de los patios, cortando el tráfico varias veces al día. Los “sparring” son la autoridad para parar o darle vía al tráfico.
Si Cartagena piensa encarar los TLC así la ciudad se volverá aún más invivible. Para que la vía y los puertos funcionen, ambos carriles – ya mezquinos- tienen que estar libres siempre. Esto exige que los patios salgan de los lados de la vía a extramuros, y así como los puertos organizados planean sus movimientos internos al milímetro, así mismo debe planificarse el uso del corredor para que en realidad sea de carga y de tránsito para la ciudadanía, en vez de los trancones cada día más frecuentes y mayores.

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