Editorial


El descaro del paro

El paro camionero en Colombia, que ayer llevaba 15 días de protestas y 3 días de bloqueos, es otro de los abusos a los que unas minorías irrisorias someten a las mayorías.No pretendemos que los grupos legítimos de interés, como los sindicatos, gremios y demás, no puedan pronunciarse, manifestarse o protestar. Pero al hacerlo, nunca deberían imponer su tiranía a los demás, aunque defiendan intereses justos.
El bloqueo con camiones es un abuso enorme de un grupo minoritario de interés, que es pequeño aun dentro de los propios camioneros. No todo el gremio estaba de acuerdo con el paro ni metido en él, y buena parte es tan víctima como la mayoría de los colombianos.
Este grupo de interés tiene un poder desproporcionado en relación a: su importancia dentro de su propio sector; a la economía del país; y peor aún, a la sociedad. Pero con tal de imponer sus intereses particulares, sacrifican a todos.
A sus colegas; a los campesinos, que no pudieron llevar sus frutos al mercado; a quienes viven de vender la leche de unas pocas (o de muchas) vacas; a los asalariados rurales y urbanos que no llegan al trabajo; a las empresas en que trabajan dichos empleados; a las compañías del exterior que no reciben las mercancías colombianas, que a su vez generan empleos aquí y allá; a las empresas de aquí que no pueden recibir las mercancías del exterior, y que también dan empleos y pagan salarios; a los puertos del país; a las estaciones de combustible; a los enfermos que debieron llegar a un hospital; a los viajeros; a las amas de casa; a los estudiantes; en fin, perjudican a todo el país.
Otro agravante es la altanería de la dirigencia camionera y de sus conmilitones en el paro. Conocedores de su poder de disrupción, y de la falta de equipos del Estado para remover sus camiones de las carreteras, se regodeaban ante las cámaras. Algunos desconocieron lo acordado por sus propios negociadores y exigían condiciones propias. Su mejor argumento estaba en el tamaño de su tractomula, atravesada en una vía, y en el ruido desconsiderado de sus cornetas.
El país debería sacar conclusiones de este paro, como por ejemplo, la necesidad de desarrollar el transporte de carga y pasajeros por tren y por los ríos del país, especialmente el Magdalena y sus tributarios, incluyendo el Canal del Dique, para que ningún grupo transportador acumule tanto poder como para paralizar al país e imponerle sus condiciones.
Al cierre de esta edición, los camioneros desbloquearon algunas vías ante la exhortación de sus líderes, pero seguían en la protesta. Parte de cualquier acuerdo debería ser la cuantificación de la lesión enorme que los camioneros le ocasionan a todos los sectores, y cómo y en cuánto tiempo la pagarán.
Ningún interés particular, aunque fuere legítimo, puede pasar por encima de tanta gente de todos los estratos socioeconómicos, especialmente los más vulnerables, y seguir como si nada hubiese pasado.
La irresponsabilidad de los camioneros que bloquean vías no debería ser premiada con la impunidad.

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