Editorial


El Dique contenido

Ayer el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos, la entidad que maneja el río Mississippi y que ha tenido que ver con el Canal del Dique, anunció que soltaría aguas de una represa de ese cuerpo fluvial e inundaría 3 millones de acres y afectará a 25.000 personas.

El objetivo es evitar una catástrofe mucho mayor: que se inunden Nueva Orleans y Baton Rouge, las dos ciudades más importantes de Luisiana. La consigna de las autoridades es arriesgar el mínimo de vidas, y de ahí la decisión de optar por el menor de los males.
El Cuerpo de Ingenieros de los Estados Unidos les pasa anualmente a los habitantes de las zonas inundables unos avisos advirtiéndoles que viven en una zona de amortiguación, que será sacrificada si es necesario, como lo acaban de decidir ahora, dándole a los futuros damnificados tiempo de ponerse a salvo.
Al leer las noticias de la evacuación y ver los videos de la presa de Morganza ayer, estructura enorme y con toda la tecnología a su disposición, cuyas compuertas fueron abiertas para aliviar la creciente del río Mississippi, no se puede evitar pensar en los esfuerzos locales por defender los pueblos paupérrimos del Canal del Dique, ni de comparar la presa norteamericana con el terraplén de emergencia con que se cerró el Chorro de Las Mestizas, que inunda a Soplaviento y las tierras aledañas.
Obviamente hay que guardar las proporciones entre la opulencia de los Estados Unidos y la pobreza de Colombia, pero no  conformarse con la desidia histórica que tiene al Canal del Dique sin las obras para impedirle sedimentar y contaminar la bahía de Cartagena y los cuerpos de agua aledaños.
Hemos repetido muchas veces que el ministerio de Transporte, en cabeza de Andrés Uriel Gallego, vegetó durante los ocho años del mandato del presidente Álvaro Uribe, consciente éste desde antes de ser Presidente de la urgencia de estos trabajos porque le fue explicada durante su candidatura y después al ministro mencionado, y con todo y eso, no pasó nada.
El episodio más reciente es que se requiere otro estudio que nunca se había hecho, para determinar la clase de cimentación que requerirían las compuertas que se construyan en Calamar, entre otras cosas.
El canal del Dique trabaja 24 horas al día, año tras año, sedimentando la bahía de Cartagena y amenazando la entrada al puerto. Hace más de un año DIMAR tuvo que trasladar el fondeadero de barcos cercano a la desembocadura del Canal del Dique mucho más al norte, dentro de la bahía. Si seguimos como vamos, en poco tiempo no habrá donde fondear.
Afortunadamente, el ministro Cardona se comprometió con sacar adelante las obras del Dique. La única manera de hacerlo es saber qué se requiere y –como dijo el propio presidente Santos y el ministro Cardona que será el sello de este Gobierno-, estructurar el proyecto para no dar palos de ciego. Y esto debería incluir no volver a involucrar a personas sin experiencia en este proyecto.

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS